Yo oí que...

9: Tregua de Odio.

 

Core.

 

<< Tienes mala cara, niña.

Era mi segunda semana en este infierno disfrazado de clínica, había decidido ir a la sala común y no aburrirme como todos los días en mi cuarto, no contaba con que alguien quisiera venir a hacerme conversación, sobre todo una persona mayor.

No tengo otra.

En vez de que la señora se ofendiera y se fuera decidió reírse de mí y sentarse a mi lado.

Eres muy joven como para estar aquí.

No lo entendería.

—Créeme, lo haría, tengo un nieto de tu edad que siempre le da problemas a mi hijo.

Bueno, pero su nieto no está encerrado aquí.

A veces creo que debería.

Me cae bien esta señora. >>

 

§

 

Iba saliendo de mi terapia semanal en la clínica y decidí pasar a ver a algunos de los pacientes que ya conocía, ellos habían sido buenas personas conmigo y me ayudaron a hacer este lugar más soportable así que cuando no tengo cosas que hacer en mi casa después de la terapia me gusta quedarme para saber cómo están.

Vi a varios pacientes, los saludé y  me contaron cómo iban progresando además de que cosas habían cambiado por aquí.  Me alegra saber que algunos han sido dados de alta en la última semana pero también siento un poco de tristeza por aquellos que son nuevos y no quieren estar aquí. Es obvio que nadie quiere llegar a un lugar como este, pero lo importante es saber cómo progresar para salir de aquí y también tomar las cosas buenas de este tipo de situaciones.

Por último decidí ir a ver a la señora Jones. Es una señora un poco grande que es muy agradable, ella padece de Alzheimer y en el tiempo que estuve aquí disfrutaba mucho de mi compañía, le leía algunos libros y a veces le contaba algunas anécdotas mías. No se acordaba de la mayoría pero siempre de lo más importante, fue la primera persona que conocí aquí y siempre me motivó a ser más sociable y agradable con los demás.

Ella me saludó feliz como siempre, y comencé a leerle una parte de su libro favorito por décima vez sin que me molestara hacerlo. Estaba muy metida en la lectura hasta que alguien entró en su habitación.

Volteé y me quede como en pausa.

—Oh, Corita—así me decía y era la única persona a la que le permito decirme apodos cariñosos—. Te presento a mi nieto Alexander. Alesito, ella es la chica de la que siempre te hablo.

El mundo es muy pequeño, ¿verdad?

Me hubiera gustado que el nieto de la señora Jones hubiera sido otro con el nombre idéntico de una de las personas que menos deseaba ver ahora, pero hay algo chistoso con la vida que siempre hace que me encuentre con él.

Creo que los dos pensamos igual sobre qué hacer ante la siguiente escena.

—Un gusto—dijimos los dos al mismo tiempo y estrechamos nuestras manos como si de verdad fuera la primera vez que nos conocemos.

Fingir conocer a una de las personas que más odias en la escuela para hacer feliz a su abuela, a veces funciona. No iba a armar un pleito aquí en frente de una de las personas que más aprecio, mejor hacer como que no lo conozco aunque eso sería genial.

— ¿Puedes seguir leyendo un poco más para mí, Corita?

—Claro que sí—le sonreí y seguí leyendo para ella bajo la atenta y confundida mirada de Alex hasta que se acabó la hora de visita.

Alex y yo nos despedimos de ella con un abrazo y salimos de ahí. Juntos.

— ¿Quieres ir a cenar algo?—dijo Alex rompiendo el incómodo silencio del pasillo.

Lo dudé por un segundo pero acepté y fuimos al McDonald's más cercano.

Espero que no sea una trampa para fastidiarme como siempre, de hecho solo acepté porque supongo que querrá hablar de mi relación con su abuela y honestamente estoy muy cansada de ocultar cosas de mi vida.

Huir se está volviendo en algo que odio.

—Así que... ¿Cómo conoces a mi abuela?

Tenía dos opciones, confiarle algo muy personal a este tarado o evadir el tema.

Seguía muy enojada por lo que pasó en el almuerzo el otro día. Pero lo cierto es que mi humor estaba mejor y mi psicólogo dice que debo de dejar de guardar tanto rencor en mí y dejar de desconfiar en cada persona que se me atraviesa.

—Estuve un tiempo internada ahí. Y ahora tengo que tomar terapias semanales así que aprovechando que tenía tiempo fui a ver a tu abuela con quien conviví en el tiempo que estuve ahí.

—Siempre me ha hablado maravillas de "Corita". No sé cómo nunca te vi o asocié que eras tú.

—Generalmente en las horas de visita yo me la pasaba con mi mamá y unos amigos.

Tampoco le iba a soltar mi relación con Max, digo ni siquiera somos amigos y no sé porque le estoy diciendo esto. Pero lo cierto es que se siente liberador estar hablando de esto con alguien.



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Editado: 22.12.2022

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