Un Perfecto Desconocido

Capítulo 27: NO PUEDE SER

 

Capítulo 27

NO PUEDE SER

 

Tu entrada fue buena. La de él fue mejor. ¿La diferencia? El teatro montado.”

 -Batman Forever-

 

¿Aitor me está llamando? No puede ser…

Me puse tan nerviosa que casi se me cae el teléfono de las manos. ¿Por qué Aitor me está llamando? Hace tiempo debí eliminar su número de mis contactos.  Debí haberlo bloqueado del teléfono y de mi vida. Pero ya era muy tarde para pensar en eso.

Estuve debatiéndome sobre qué hacer. Resolví dejarlo timbrar sin responder pero me enervaba la insistencia de la llamada. No voy a negar que también moría de curiosidad por saber que quería decirme.

—Hola…—finalmente contesté e hice mi mayor esfuerzo para que la voz sonara neutral sin dejar traslucir ni una pizca de emoción o interés.

—Necesito hablar contigo…¿Puedo pasar? Por favor, te lo ruego… —respondió

Me alarmé.

— ¿Cómo que si puedes pasar? ¿Dónde demonios estas?

Mi consternación de imaginarlo tras la puerta me puso los nervios de punta. Si nunca permití que Edward entrara a mi casa, mucho menos debía hacerlo con Aitor.

—Estoy fuera en el pasillo, rogándote que me abras la puerta.

No podía creer lo que escuchaba. Me parecía insólito que Aitor se hubiera tomado el atrevimiento de llegar hasta mi casa.

—No lo haré. Es tarde, estoy cansada y me pillaste a punto de meterme a la cama. Además, no tenemos nada que hablar. Por favor, márchate —mi respiración comenzó a sentirse rápida y agitada.

Aitor estaba renuente y obstinado.

—No me iré. No sin antes hablar contigo. Te lo estoy rogando, Nazireh. Por favor, te juro que seré breve...—insistía.

—La respuesta es que no. Vete por favor, no insistas—repetí mi negativa.

Esta vez apagué el aparato para que no pudiera entrar otra llamada suya. Entonces tomé una toalla y me metí al baño con la esperanza de que ya no estuviera cuando saliera. Esperaba que se diera por vencido.

Cuando salí del baño todo era silencio.  Me puse mi ropa de dormir y me dispuse a dormir. Iba a apagar la luz cuando sentí un par de golpes en la puerta.

¿Estará Aitor ahí todavía o será mi imaginación?

Caminé de puntillas hasta la puerta. Por desgracia, la puerta no tiene mirilla por lo que no podía asomarme. Esperé un rato prudente y luego decidí abrir un poco la puerta para mirar por el resquicio. Quería asegurarme que Aitor se había ido.

Con mucho cuidado me asomo a mirar.

Allí estaba. Inmóvil como una estatua y con todo el propósito del mundo de quedarse hasta que le abriera.

— ¿Por qué sigues todavía aquí? Te pedí que te fueras…es tarde, estoy cansada, mañana tengo que madrugar a trabajar y de todas formas no tenemos nada que hablar —le espeté sin miramientos. Si esto era un juego, yo no quería jugar.

— ¿Puedo pasar?

—No.

—Será solo un momento…

—Te he dicho mil veces que no.

—Te lo ruego…

— ¡No!

Aitor suspiró con frustración. Por un instante nos quedamos mirando sin hablarnos. Luego, él rompió el silencio para hacerme un pedido inaudito.

—Entonces, préstame una cobija y una almohada para quedarme a dormir acá afuera hasta que cambies de opinión.

—No seas payaso…

—Puedo ponerme una nariz de payaso si eso es lo que quieres…pero no pienso irme sin antes hablar contigo…

Ahora el suspiro fue mío. Me quedaba claro que estaba resuelto a cumplir. Era capaz de montar una huelga allí frente a mi puerta si no lo dejaba pasar. Estaba imposible, no iba a claudicar. Nunca antes lo había visto tan decidido a algo.

—Está bien…pasa —cedí finalmente mortificada por haberme doblegado a su deseo.

Aitor entra a la casa y le ofrezco el sofá para que se siente. Lo hago por costumbre y cortesía pero la verdad del caso es que quisiera que esta visita fuera lo más breve posible.

—Tú dirás…—espeto sin rodeos.

—Gracias por permitirme pasar.

Lo veo que pasea su mirada brevemente por la sala de mi casa y luego reposa la mirada en mi rostro. En otras circunstancias me hubiera causado emoción tenerlo de visita. Hubiera sido fascinante que pasáramos una noche a solas. Para nunca olvidar, un sueño convertido en realidad.

Ahora, sin embargo, no soporto su presencia. Me parece falso y hasta pretencioso.

—Vamos al grano, Aitor. ¿Qué es eso tan importante que tienes que decirme?

Aitor se humedece los labios y veo como su nuez sube y baja en su garganta. Lo noto nervioso, parece un chiquillo de escuela.  

—Me sorprendió encontrarte hoy…

¡Vaya! ¿Tanta insistencia para decir que se sorprendió de verme? No le creo nada.

— ¿Te sorprendiste de verme o te sorprendiste de verme con Edward? —espeté a quemarropa.

Ahora su rostro se transforma. Sé que di en el blanco.

—Ambas…

Agradecí que lo admitiera. Al menos de esa manera podía comprender algo de su proceder. De todas formas, no me convence, no me parece suficiente motivo para presentarse en mi casa. ¿Se apresuró a regresar a Margaret y voló a mi casa solo para esto?

— ¿Eso es todo lo que querías decirme? Pues te haré corto un cuento largo. Estoy con Edward…debo decir, comenzando una relación con él. Nos estamos conociendo y nos va muy bien. ¿Satisfecho?

Otra vez su semblante refleja el shock que le causa lo directo de mi tono y lo mordaz de mis palabras. La que tiene de frente no es la Nazireh dulce y tranquila a la que estaba acostumbrado. Me quedo observándolo y cuestionándole con la mirada que es lo que realmente tiene en su mente.

—Pero es que…no sé…es increíble…Edward es mi amigo…no debió suceder, no puede ser…




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.