Un Perfecto Desconocido

Capítulo 26: DE PELICULA

Capítulo 26

DE PELICULA

¿Cómo alguien tan encantador puede ser tan manipulador?

-Cruel Intentions-

 

La sonrisa se me desdibuja en los labios. De todas las cosas que pude imaginar, encontrarme con este par era la última. Me siento incómoda de verlos, quisiera desaparecer. Quisiera darle vuelta al tiempo para elegir otro centro comercial, otro cine o quizás otra película que ya hubiera comenzado. Pero no fue así y ahora la situación es inescapable.

Edward me ha apretado la mano como reafirmando que no lo vaya a soltar. Noto como también él se pone tenso. La diferencia es que yo quisiera huir mientras que él parece querer enfrentarlo.

—Quédate tranquila…no pasa nada —me dice en voz baja como adivinando el deseo que tengo de desaparecer.

Aunque estoy nerviosa, me mantengo con la cara de frente y no volteo la mirada. Si hemos coincidido de esta forma, por algo será. Quizás es éste el momento de que cada cual sepa en que anda el otro. Es el momento de comprobar con nuestros propios ojos el camino que hemos tomado.

El rostro de Aitor es de total incredulidad. Pareciera que jamás imaginó que existiera una amistad entre Edward y yo. Puedo leer en su expresión algo más que asombro, está perplejo. Me mira sin parpadear y aunque evito hacer contacto visual, puedo sentir su mirada sobre mí. Al final no puedo evitarlo y le sostengo la mirada. Tengo el corazón en la garganta.

Margaret, por su parte, parece ser la única que se está divirtiendo porque nunca pierde la sonrisa. Presumo que tiene poco tiempo de embarazo porque todavía no se le ve panza. La observo y percibo orgullo en ella. Se aferra al brazo de Aitor como si yo fuera a arrebatárselo. Pareciera estar exhibiendo un trofeo.

Al final, es ella quien rompe el hielo.

— ¡Miren nada más quienes están aquí! ¡Qué gusto verlos! —me irrita escuchar su voz.

Edward vuelve a apretar mi mano. Creo que es su manera de decirme que está en control y que puede manejar la situación.

—El gusto es nuestro. ¿Andan comprando para el bebé? ¿O para la boda?... ¿Que llegará primero? —suelta Edward con un temple envidiable.

Aitor se muestra incómodo con la pregunta. Intenta seguir su camino y me doy cuenta que quiere marcharse, que no soporta la escena. Margaret lo sujeta del brazo y lo retiene.

— ¿Qué cosas dices, Edward? No hay bebé en camino…aunque puede que haya boda…Y bueno, quizás me estoy apresurando pero tal vez podrías ser el padrino – se voltea a mirar a Aitor — ¿Qué dices, mi amor? Es tu mejor amigo, supongo estarás de acuerdo….

Aitor no responde nada. Tiene la mandíbula apretada por la tensión que siente. Luego de Margaret insistir, farfulla algo que no logré comprender del todo. Creo que dijo estar de acuerdo.

Me di cuenta que me miraba con insistencia, como si Margaret no estuviera allí. Luego movió su vista hasta la mano de Edward que seguía sujeta a la mía. No pudo disimular su desaprobación.

—Bueno, ya hablaremos de eso en otro momento. Me avisan cuando decidan la fecha. Por lo pronto, quiero que sean los primeros en saber que Nazireh y yo nos hemos comprometido.

Quedo paralizada al escucharlo. Edward se ha sacado esa carta de la manga sin previa notificación y doy un respingo. Él vuelve a apretar mi mano.

“Tranquila, no pasa nada…”

Yo sonrio siguiéndole el juego. En cierto modo, estoy disfrutando esta mentira, como una pequeña venganza que me ha llegado sin pedirla.

Ahora Aitor se ve realmente molesto y aunque no dice nada, su silencio vale más que mil palabras. Le irrita ver la felicidad en el rostro de Edward y el mío. Nuestras sonrisas le sientan como una patada.

— ¡Pero…que buena noticia! ¡Los felicito! —Expresa Margaret colmada de alegría fingida.  

Luego mira a Aitor queriendo contagiarlo.

— ¿No te parece increíble, mi amor? ¡Edward y Nazi comprometidos!

Sé que las palabras de Margaret son huecas. Su aparente alegría por nosotros es solo para ocultar su propia decepción. Se nota que todavía siente algo por Edward y que el anuncio del compromiso la ha estremecido. De hecho, creo que la noticia le ha sentado mal a ambos. Pero mientras Aitor actúa como un cobarde que solo quiere huir, Margaret es demasiado orgullosa para admitir que ha perdido y finge alegría.

—Bueno, tenemos que irnos. Vamos al cine y la película comienza en unos minutos. Fue un placer verlos —Edward se despide y nos vamos caminando alejándonos de ellos. Cuando hemos dado unos pasos, vuelve a voltearse para decirle algo a Aitor.

—Llámame, tenemos que hablar —le dice y Aitor levanta el pulgar en señal de que está de acuerdo y apresura el paso.

Caminamos hacia el cine dejándolos atrás. Toda esta pantomima me parece surreal. No sé ni por donde comenzar a inquirir pero me decido por el embarazo de Margaret.

—Así que no es cierto lo del embarazo. ¿Por qué me dijiste eso? —le cuestiono.

Edward se encoge de hombros.

—No sé…eso me lo dijo la propia Margaret y no tengo por qué ponerlo en duda. Quizás fue un invento de ella o una falsa alarma. Con Margaret nunca se sabe… —contestó.

—Puede ser…pero de todas formas están juntos, de eso no cabe duda.

Entonces Edward me lanza la pregunta que toca el punto más neurálgico de todo esto.

— ¿Te ha dolido verlos juntos? —inquiere.

Sé que esa pregunta es importante. No solo porque Edward quiere saber la respuesta sino porque yo misma me lo estaba planteando.

—No puedo negar que fue un shock. Fue muy inesperado y…buen…no es lo mismo que te lo digan a verlo con los propios ojos.

—Así es…pero no me puedes negar que mi salida fue buena. Si ellos están comprometidos...¡nosotros también!




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.