Tú eres el hombre que amo

Capítulo 31

Celeste 

 

Cuando llego lo primero que presencio en silencio es la discusión en voz baja que mantienen Linda y Caín, suspiro y los dejo lanzarse comentarios el uno contra el otro. Se supone que acabo de llegar de mi última junta del día, en unos minutos podré irme a casa donde me estarán esperando mi bebé hermosa, Owen y mi nana. 

Caín no me dijo que vendría a visitarme, aunque sus apariciones en la empresa siempre son espontaneas, no negaré que amo que mi hermano aparezca en mi vida, siempre es emocionante ver que está intentando ser mi hermano de nuevo. 

Linda es la primera en notarme y deja de hablar dejando a Caín soltarle algunos cometarios groseros sobre su manera de ser, ella finge una sonrisa que alerta a mi hermano quien da unos pasos atrás y le frunce el ceño, la postura que toma es como si Linda fuese a golpearlo y él a defenderse, cuando la sonrisa de Linda se agranda más, más la postura de mi hermano se coloca como si fuese a una fuerte batalla. 

—¿Por qué sonríes? Deja de hacerlo, eso es escalofriante—se estremece y Linda rueda los ojos. 

—Me está distrayendo señor Beckett, tengo trabajo que hacer, así que sería muy amable si desaparece de mi vista en este instante—Caín gira y me encuentra con los brazos cruzados mirándolos. Veo como mi hermano cambia la actitud que tenía con ella y se relaja completamente. 

—Hola Cel, vine a verte—se acerca y deja un beso en mi frente con cariño——espero robarme unas horas de tu noche e invitarte a cenar, tenemos algunas cosas que hablar—la manera en que me observa me hace saber que no es algo agradable por lo que le sonrío y le hago una pequeña mueca. 

—Pero tengo una cena con Linda—la señalo y ella se tensa—¿puede unirse a nosotros?—cuestiono intentando aguantar las ganas de reír al ver la mirada molesta de Caín y de Linda, pero necesito que ambos dejen de lado sus riñas y convivan porque Linda es una agradable persona y Caín mi hermano, por lo que ambos estarán viéndose muy seguido. 

Y si es cierto, ha sido una semana bastante ajetreada por lo que le prometí a Linda que ambas saldríamos a cenar, ella es como un ángel haciéndome el trabajo mucho más cómodo y tranquilo, a veces hasta puedo relajarme al comer y no andar corriendo de un lado a otro como suelo hacer. 

Estoy tranquila el día de hoy y también muy relajada, aunque eso puede deberse a que Owen me despertó muy temprano con besos por toda mi espalda y luego me tomó tan pausadamente al punto de querer chillar por las sensaciones que me recorrían el cuerpo, por la calma con la que se tomó explorar mi cuerpo con sus labios, con su lengua, con sus manos... con su cuerpo en general. 

Desde que me dejé llevar duermo cada noche con él, es que no debo ni de decirlo, en cuanto nuestra pequeña se duerme, Owen me arrastra a la habitación entre besos y palabras que calientan mi sangre y también que derriten mi corazón. 

No sabía cuánto extraña el sexo y lo placentero que podía ser, además de que Owen me hace unas cosas... de solo pensarlo la sangre me hierve, es por eso que aun cuando siento mi rostro caliente, miro a Linda quien trata de no mirar mal a mi hermano. 

—Y no la pienso cancelar—asegura Linda con una sonrisa mientras recoge sus pertenencias metiéndolas en su bolsa—supongo que ustedes hablaran en otro momento—los miro a ambos. 

—No, de hecho, iremos los tres, yo invito—sin darles tiempo a refutar ingreso a mi oficina apagando todo y tomando mis pertenencias. Afuera me encuentro a Linda mirando de reojo a Caín, cuando ella gira el rostro el que lo hace es él. 

¿A qué juegan ellos dos? 

Suspiro y tomo el brazo de cada uno caminando hacia el ascensor. Varias personas se despiden de manera amable de mí y respondo con la misma calidez que ellos. Todo es silencioso, de hecho, es una suerte que Caín tiene su coche y que solamente llevo a Linda, porque ambos parecen que le pusieron cemento en la boca, porque una palabra no dicen. 

—¿Por qué te desagrada Caín?—cuestiono mientras conduzco, Linda se queda en silencio mirando por la ventana antes de girar su cuerpo a mirarme. 

—Sé que estoy sobrepasando la confianza que usted ha depositado en mí, pero su hermano despierta una furia que no recordaba... porque me hace volver a mi pasado y es algo que no quiero hacer, siempre que lo veo están las decisiones que tomé y que aún me persiguen. Están los errores que me han orillado a vivir una vida que quizás pudo ser mejor—es la primera vez que Linda me habla un poco de su pasado sin yo tener que indagar un poco con preguntas que dejé de hacer porque sé que le incomodan. 

Cuando me detengo frente a un semáforo respiro hondo y me atrevo a sacar lo que tengo en mi cabeza. 

—¿Puedo preguntar qué es eso de lo que quieres huir?—cuestiono girando mi cuerpo hacia ella. 

Linda es una chica preciosa, su cabello es rizado de un color caoba exquisito, toda ella es una belleza que quizás según los estándares de belleza de la sociedad pasen desapercibidos, pero es hermosa. Posee grandes ojos marrones que parecen brillar como whiskey caro, unos labios en forma de corazón y sus mejillas tiene pecas, no son muchas, peros si son perceptibles. Y todo eso lo combina con esa piel trigueña de ensueño, es llenita, pero posee las curvas necesarias para hacerla envidiar. 

En el tiempo que tenemos trabajando ella ha sido muy sociable conmigo, aunque siempre que llegamos a algo de su vida, se cierra, pone un candado y lanza la llave lejos, es ahí donde siempre me detengo y nuestra conversación finaliza. 

Los ojos de Linda cambian y hay un vacío que me hace sentir extraña, ella aparta la mirada y la pone al frente. 

—Cambió de color—responde en voz baja. No insisto y simplemente conduzco a un restaurante donde prometí llevarla—yo no era lo que soy hoy, conocí personas que me hicieron daño... yo cometí errores de los que no quiero hablar ahora. No piense que no confío en usted, es solo que no me siento preparada para hablar de ello—mi mano cae en su hombro. 




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