Tú eres el hombre que amo

Capítulo 23

Celeste 

Aida grita cuando Helena le hace cosquillas y se retuerce como un pequeño gusano en los brazos de mi amiga. Yo sonrío mirándolas desde la cocina de la casa de Helena y continuo mi trabajo en el postre que preparo, ya que ambas se unieron para que yo no pudiera escapar. 

Helena deja a mi hija un momento jugando con sus muñecas y se acerca a mí, besa mi mejilla y se sienta mirando como trabajo, porque Helena cocinando algo de postre es un desastre en todo el sentido de la palabra, por lo que, como aun valoro mi vida, no la dejaré acercarse a lo que hago. 

—¿Me dirás que te tiene tan distraida?—inquiere sacando un chocolate y comiéndolo con deleite. Me quedo en silencio unos segundos analizando lo que pasó, lo que ocurrió en mi apartamento y la propuesta que me hizo Owen. 

Por Dios, estoy tan escandalizada como si el hombre me hubiese propuesto matrimonio y no simplemente vivir con él por la seguridad tanto de Aida como mía, pero no dejo de pensar en lo que pasó, en cómo se enojó cuando descubrió que papá me pegó y como cuidó de nosotras, tampoco olvido como me defendió contra su padre y sé que pensaba hacer lo mismo con el mío. 

Valoro muchísimo más las acciones de las personas que las palabras y Owen está actuando como tanto quise que lo hiciera en el pasado. Él prometió cuidarme y lo está haciendo, prometió cuidar de Aida y lo está cumpliendo, él realmente ha cambiado por nosotras, quiere ser un padre digno de ella y lo que él parece no entender es que ya lo es. 

Con solo amarla como sé que lo hace, ya está en una escala superior a lo que esperé, pero él está siendo el padre que quería que fuera para mi hija y eso lo valoro más que cualquier otra cosa. 

—Owen me pidió que me mude con él—hablo bajito para que Aida no venga, porque en cuanto escucha el nombre de su padre quiere llamarlo para que él venga por ella. Owen la tiene muy consentida con su presencia. 

—¿Qué? ¿él realmente se atrevió a eso?—asiento mordiendo mi labio inferior. 

—No sé qué hacer, es una locura lo que me pide, pero luego de lo que pasó con papá no dejo de sentirme algo insegura en ese edificio, él compró a la gente de seguridad, sé que papá no dejará de joder a donde sea que vaya y que no podrá hacer lo mismo si me mudo con Owen, pero... vivir con él siento que es demasiado—susurro en voz baja. 

Una de las muchas razones por la cual no quiero hacerlo se debe a lo mucho que ese hombre me altera con su presencia. Él me enloquece cuando me mira de esa forma tan profunda, como si conociera cualquier pensamiento caliente que tengo sobre él o como me cuestiono por qué sigo luchando contra lo que estoy sintiendo con él. Owen me atacó por donde sabía que ganaría y es amando a Aida, enamoró a mi hija y eso hizo que mis sentimientos muertos tomaran algo de vida. 

—¿Te gusta mucho y sientes que no te podrás controlar bajo un mismo techo con él?—cuestiona en voz baja, me tenso y miro a todos lados como si de pronto alguien apareciera acusándome de lo que siento. 

—¿Qué? ¡no!—mi voz sale como un grito histérico. 

—Vamos Celeste, no me mientas. Todos hablan de como ese hombre te abrazó y besó en su oficina, es obvio que te sigue alborotando las hormonas, así que no me trates como a los demás—se ofende y niego mordiendo mi labio inferior. 

—¿Soy una idiota por confiar en un hombre que me lastimó?—Helena suspira y me observa con ternura. 

—No, él te ha demostrado que puedes confiar en él, por eso lo haces. Además, no está mal que te guste, digo, si no fuese por la historia que ustedes tuvieron hasta yo le echara un ojito. Podrá ser un maldito, pero de que está bueno, el bastardo está buenísimo—sonrío sin poder evitarlo. Lamo mis labios y suspiro despacio parpadeando ante la manera en que me siento. 

—Me gusta... me gusta demasiado. No puedo dejar de pensar en él y me siento horrible por eso—tomo un bocado de aire y de pronto siento que no tengo filtros entre mis pensamientos y lo que sale de mis labios—y joder, me caliento muchísimo con él. Sueño con cosas que no debería y despierto húmeda por ese hombre, quiero que me bese, que me quite la ropa y me folle. Quiero que me cuide y que me mime, quiero tenerlo cerca y que me abrace y siempre me haga sentir protegida porque odio esto, pero él siempre tiene la capacidad de hacerme sentir así. Como si en sus brazos yo pudiera estar a salvo. Es una mierda porque aun cuando mi hermano cuida de mí, yo solo me siento tranquila si tengo a Owen en una misma habitación. Solo... estoy sintiendo demasiado, estoy reteniendo demasiado. Me está enloqueciendo lo que estoy sintiendo—soy sincera y siento la respiración alterada cuando termino de contar lo que pasa por mi cabeza, son demasiadas cosas y ninguna es buena para nosotros. 

Se supone que solo debería tenerlo cerca por Aida, pero a veces solo lo tengo cerca porque soy yo la quiere cumplirse el capricho. 

—Ese hombre te tiene realmente mal. Mira, te seré sincera. No importa si quieres una relación con él, fóllartelo o simplemente ser amigos, no está mal mientras ambos sepan lo que quieren, sin embargo, tu hija está de por medio. Sé que la amas, solo sé sincera con Owen y dile lo que sientes. Si quieres puedes mudarte conmigo, pero es algo que ya te propuse y rechazaste, me parece bien la idea de que te mudes con él, en este caso es por la seguridad de las dos. Tu papá está loco, y Owen no es el único sintiéndose inseguro con ustedes estando solas. Deberías tomarle la palabra, por lo menos hasta que las cosas se calmen un poco—asiento lamiendo mis labios—¿qué tan húmedos son los sueños?—cambia de tema y tomo un puñado de harina lanzándoselo a la cara. 

—No hablaré de eso contigo—ruedo los ojos y ella sonríe. 

—Yo necesito saber que tan húmeda terminas, ¿sueñas con él cogiéndote o haciéndote un oral?—sonrío de manera inevitable porque Helena no tiene filtro a la hora de hablar de sexo. 




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