Tú eres el hombre que amo

Capítulo 16

Celeste 

La sonrisa de Linda es la bienvenida perfecta para iniciar la semana, aunque creo que su enorme sonrisa no se debe solo a verme, quizás es por lo que traigo en la mano y dejo sobre su escritorio. Ella suelta un grito de emoción tomando el café de caramelo, le da un sorbo y hace ruidos de gusto. Sonrío y cuando Gabriel aparece tocando mi espalda baja, ella se atraganta y comienza a toser con fuerza. 

—Cuidado—le advierte Gabriel, pero Linda deja caer parte de su café en su bonita camisa blanca. Me acerco quitándole el vaso y doy la vuelta dándole palmaditas en la espalda. 

—Dios, lo siento mucho—todo su rostro se vuelve completamente rojo haciéndola ver tierna. Veo como Gabriel quiere ocultar la sonrisa en sus labios para no apenarla más. 

—No pasa nada, es algo que le puede suceder a cualquiera—el encanto que tiene Gabriel la hace suspirar como colegiala. Yo solo sonrío divertida viéndolos interactuar. 

—¿Algo que debas decirme antes de irme a trabajar?—pregunto haciendo que Linda aparte los ojos de Gabriel para enforcarlos en mí. 

—Esta correspondencia llegó a tu nombre—tomo los sobres y dándole las gracias camino hacia mi oficina. Al entrar escucho levemente la conversación de Gabriel y Linda antes de que él aparezca detrás de mí. Acomodo mis cosas sobre el escritorio y giro a mirarlo.  

—Pensé que hoy trabajabas—Gabriel se sienta y me mira de una manera que me inquieta. Porque es como si pudiera ver lo que está comiéndome la cabeza durante todo mi fin de semana, pero me mantengo imperturbable dándole una suave sonrisa. 

Gabriel es guapo, demasiado para su propio bien, pero a pesar de que me gusta no es él quien ha estado navegando en mi mente como un maldito parasito que no me quiere dejar. 

Ese ha sido Owen, mi peor error. 

Trato de no alarmarme cada vez que pienso en él, o cuando lo miro. Trato de seguir fingiendo que lo que ocurrió en su casa no pasó realmente, trato con toda mi alma de borrar el beso que yo le di. 

Jodido mundo. 

Estaba feliz, estaba caliente y él fue al único hombre que vi. Eso es lo que me digo todos los días posteriores a nuestro beso, pero sé que es una asquerosa mentira. Porque había muchos hombres dispuestos a algo más que besos conmigo y yo no hice nada. 

Pero en cuanto lo vi a él... solo tuve muchas ganas. De esas que te consumen, esa tensión entre nosotros... y ese beso. 

No quiero pensar en cómo se sintió sus labios contra los míos, o contra mi piel, tampoco en lo delicioso que fue restregarme contra su dureza y lo cerca que estuve de hacerlo con él. 

Con sorpresa, fue Owen quien detuvo todo ese error que cometía. Porque si fuese por mí en ese momento, yo simplemente dejaba que el hombre me tocase todo. 

Suspiro y tomo asiento dándole la atención a Gabriel. 

—En media hora entro, pero supongo que me sentí curioso sobre tu invitación—frunzo el ceño—así que vine aquí para que me aclares esto—ahora sí que estoy confundida. De su chaqueta saca un sobre y veo que es el mismo que está en la correspondencia de hoy. Así que tomo el mío abriéndolo, me encuentro con una invitación. 

Siento mi sangre hervir de molestia cuando me doy cuenta de que mis padres planearon una fiesta de bienvenida para mí, como si mi opinión no contara. Respiro hondo y dejo a Gabriel sentado, tomo mi bolso y salgo de mi oficina. Marco el número de mi padre, pero no contesta, así que no pierdo tiempo en ir hasta la empresa Beckett para que me aclare él mismo el circo que quiere comenzar. Sé lo que busca Oliver Beckett, conozco sus jodidas artimañas y no pienso dejar que me utilice. 

Al llegar a la empresa no pierdo el tiempo en saludos, así que camino a paso decidido, los guardias me reconocen y la sorpresa está plasmada en sus expresiones, subo al ascensor con algunos empleados de mi padre quienes mantienen sus ojos en mí. 

Al bajar al piso correspondiente su secretaria intenta hablarme, pero yo solo abro la puerta viendo al hombre que más detesto frente a mí con una mujer que no es mi madre sobre sus piernas, él se separa de ella enarcando una ceja al verme y tiene el descaro de lucir molesto con mi presencia. 

La mujer debe tener algunos años más que yo, pero se ve muy joven. Ella se levanta pareciendo muy abochornada. 

—Largo—la despido sin dirigirle la mirada porque la tengo enfocada en el bastardo que sonríe como si esto fuese divertido. 

La chica mira a Oliver esperando que la defienda, pero es un jodido narcisista al que solo le importa él mismo, no defiende ni a su mujer, ya veo que mi madre es la burla de toda la empresa por él, porque no le importa lo que la gente diga de ella al meter a mujeres a las que le dobla la edad a su oficina. 

—Vete Kity, hablaremos luego—ella hace un puchero y lanzándome una mirada molesta camina en sus altos tacones. La chica es preciosa, pero parece que un poco de amor no tiene por ella misma, mira que involucrarse con esta mierda de persona deja mucho que decir. 

Todavía no sé cómo mi madre sigue con él, aunque teniendo en cuenta que participó en esa horrible trampa a la tía de Owen no debería sorprenderme. 

—¿Qué mierda significa esto?—cuestiono dando pasos para acercarme, le lanzo la invitación al escritorio y él la toma dándole una ojeada. 

—¿No lo ves? Es una invitación—se encoge de hombros—tengo negocios que cerrar, tu llegada es la excusa perfecta para buscarte esposo y cerrar negocios Celeste, creo que ya te he dado suficiente tiempo y libertad, es hora de que cumplas con ser una Beckett no solo de nombre—la incredulidad debe estar plasmada en mi rostro, la sangre me hierve en todo el cuerpo. Este hombre lleva la palabra descaro a un nuevo nivel. 

—¿Eso soy para ti?—inquiero—un trato para cerrar negocios—Oliver se pasa las manos por el pelo y se levanta de su silla acercándose. 

—Volviste con el rabo entre las piernas, es hora de que dejes de avergonzarme con tus decisiones y mejor aceptes lo que te doy. Es lo mejor que puedes hacer y lo sabes—respiro hondo y sonrío. 




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