Sangre Codiciada

XXXIV

“Hasta las personas más fuertes pueden llegar a derrumbarse algún día y ese día se puede sentir como si el mundo se acabara."

 

         Estaba saliendo de la habitación cuando sentí que me jalaron hacia adentro de esta. Unos firmes brazos me rodearon, escondiendo su cabeza en mi cuello. Apretaba con fuerza mientras negaba desenfrenadamente. Sus piernas temblaban. Sentía lágrimas caer por mi cuello hasta mi pecho.

—¿Osmond? ¿Qué pasa? Ven vamos a la cama —pregunté preocupada, caminando hacia un lugar en él que se pudiera sentar o ambos caeríamos.

         Él solo negaba y me abrazaba con fuerza. Opté por quedarme callada y esperar a que se calmara para hablar. Acariciaba su cabello y espalda con dulzura.
Vi como esta vez era la señora Eli quien venía a avisarnos sobre la cena. Cuando vio la situación cerró la puerta despacio y sin hacer ruido, cosa que agradecí con una sonrisa.

—No me gusta ser un lobo. Es doloroso y asqueroso. Prefiero ser humano y ya —confesó mi amigo secándose las lágrimas y separándose de mí para verme a los ojos.

         Nunca lo había visto tan asustado ni tan disgustado. Él no era el tipo de persona que se negaba a sí mismo, mucho menos si era algo con respecto a su familia o a algo que lo unía a esta. La expresión en su cara me dolía horrible, era como si quisiera huir, pero algo lo hacía quedarse contra su voluntad.

—Pero Osmon, él es parte de ti y tú de él, de quien eres, de cierta forma y por lo que tengo entendido es lo que representa a tu familia en este mundo de locos —le dije, mientras acariciaba su mejilla con una sonrisa.

         No entendía por qué estaba de esa forma.

—Por culpa de ese lado mi familia está destruida. Por culpa de ese mundo de locos mi madre lloraba todas las noches. Por culpa de ese mundo de locos perdí a mis padres a manos de un monstruo. Por culpa de este mundo de locos tú estás en peligro en cualquier rincón del mundo y no puedo hacer nada —Suspiró cansado, desviando la mirada.
《Qué ame a los animales no significa que quiera ser uno. No me gustan esas enormes ganas de cazar y comer. Me da asco tener que tomar sangre cada tanto para mantenerme en pie, no es tanto como los vampiros, pero igual da asco —Haciendo muecas de desagrado, como arcadas—. ¿Sabes lo difícil que es encontrar sangre fresca? Porque de lo contrario sabe peor.》
—Para eso estoy, Osmon. Puedes tomar la mía. Tú me has ayudado muchísimo, es lo mínimo que puedo hacer —Enseñándole mi muñeca segura de ello, aunque supiera lo mucho que iba a doler.
—¿¡Qué!? No, no, no y no. Ni se te ocurra volver a decir eso. Escúchame bien, nadie absolutamente nadie puede morderte y mucho menos tomar tu sangre, bueno… —Calló unos segundos dudando de lo que iba a decir—. Solo puedes dejar que alguien la pruebe cuando sea indicado y no puede ser cualquiera.
—Pero tú no eres cualquiera Osmon. Eres una de las personas que más amo en este mundo y en la que más confío. Si lo necesitas, ¿por qué no te la daría? —Acercando mi muñeca a su boca incitando a que lo haga, no podía dejarlo sufrir por algo en lo que lo podía ayudar. 
—Te dije que no… yo no soy digno de ser el primero. Con el vaso que me diste del jugo es suficiente por ahora —Volvió a negarse
—Ni que una mordida fuera como perder la virginidad, pero si no quieres… —bromee llevándome una mala cara por su parte, casi me mata con su mirada.
—No necesito de tu sangre y punto. Solo que esta situación me sobrepasa. Mi lado animal es mucho más fuerte que el humano por lo que tengo que estar peleando todo el tiempo con él, para que no salga cada vez que le plazca. Ahora que ha logrado estar afuera más tiempo que mi lado humano, el hambre y la sed son insaciables, pero no puedo solo ser humano porque llama menos la atención una manada de lobos en el bosque que un montón de monjes extranjeros. 
《Los que no son lobos se quedan en la cueva y salen solo cuando es muy de noche y todos duermen, pero no, no puedo hacer lo mismo que ellos porque por desgracia mi lobo es el más fuerte y desarrollado. Maldita sangre pura —susurró lo último con algo de rencor—. Solo quiero que se acabe toda esta locura de una buena vez.》
—Entiendo que no te guste, pero tienes que tratar de que ambos lados lleven la fiesta en paz. De alguna forma trata de buscar un equilibrio entre ambas partes y convivir, no pelear. Si te sirve de ayuda, el poco tiempo que he estado con tu lado animal me pareció un lobito lindo, lleno de amor para dar, esperando recibir lo mismo. Tal vez si se dan la oportunidad de conocerse, su relación mejore hasta ser uno solo, de lo contrario, según tengo entendido, las cosas no terminaran bien.
—Algunos terminan locos, otros en cambio y en mi caso, al ser sangre pura, terminan muertos —Escuchar aquello hizo que algo dentro de mí se estrujara, aún más porque lo dijo de una forma tan neutral que se sintió vacío.

         Aquellas palabras habían soñado tan vacías que me transmitieron aquel dolor y soledad con las que al parecer había estado soportando todo este tiempo en silencio.

—¡Ni se te ocurra volver a decir eso Osmon! Mira que si te dejas morir yo misma te revivo y te mato de vuelta. ¿¿Entendiste?? —le reclamé alterada y de una manera exagerada para hacerlo sonreír—. Ya hablando en serio, ni vuelvas a decir eso. Trata de aceptarlo, si bien tu familia ha estado en problemas por culpa de esa parte no significa que tú también vayas a cometer los mismos errores. No te reprimas por eso, él es parte de ti y tú de él y eso nunca va a cambiar, depende de ambos cuan larga y buena quieren que sea esa convivencia.

         Era pésima para este tipo de conversaciones, nunca sabía qué decir o si lo que decía estaba bien, pero sí estaba segura de algo, no perdería a otro de mis mejores amigos por culpa de este mundo de locos. Era difícil ver a la persona más fuerte y estable emocionalmente que has conocido en toda tu vida derrumbarse frente a ti y no poder hacer más nada que darle los mismos consejos que seguro había escuchado miles de veces.




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