Sangre Codiciada

IV

"A veces es mejor soltar todo aquello que uno ha estado aguantándose por un tiempo. A veces es mejor romperse y liberarlo todo, solo que hay que tener cuidado con el lugar"

 

—No sé qué decirte… perdón… Deberías contárselo a la policía pero si dices que están detrás de ti sería muy peligroso para ti… ¡Tremendo lío! —Se veía muy preocupada por mí.

        Ella solo buscaba soluciones para que saliera del pozo donde había caído, pero todas las sogas eran muy cortas, ninguna me proporcionaba una salida segura. Estaba destinada a tocar el fondo y no salir en mucho.

—No se lo digas a nadie… Y-yo solo tengo la es-esperanza de que algún d-día se cansen de seguirme y vean que no pienso hablar… —comenté sin creerme lo que decía.

        Me costaba respirar por lo que callé unos segundos mirando hacia abajo. Las lágrimas continuaban cayendo silenciosas.

—Ay amiga… ¿Segura que no dirás nada? Vivir con ese miedo hasta que ellos quieran no es nada lindo… Por lo menos llamemos a tus padres, ellos sabrán que hacer. ¿Te parece? —Se escuchaba tan asustada cómo yo, cómo si también estuviera metida en aquel horrible lugar.

—No, ellos están trabajando muy lejos… preocuparlos por algo que no tiene solución y capaz que esos tipos se enojen porque le pedí ayuda a ellos —Ni loca llamaba a mis padres para eso, porque sabía que vendrían y las cosas lejos de mejorar solo empeorarían.

—¡Pero esa sería la mejor solución…! —replicó Lisa con preocupación hacia mí, pero no, no les diría nada.

        Negué repetidas veces pensando en cualquier otra solución que no fuera esa.

—No puedo llamarlos y contarles, no quiero que vengan desde lejos por algo que no tiene solución. Eso si es que me creen o pueden venir porque conociendo su trabajo capaz que los preocupe y no puedan venir y mi mamá comience a alterarse por gusto —Conocía a mis padres y sé que esas son mis dos únicas opciones y que ninguna me iba a proporcionar nada bueno por lo que prefiero callar.

—Tú sabrás lo que haces… ¿Vámonos si? Es mejor que nos vayamos, las clases están al empezar. Si quieres voy esta noche a tu casa para que no estés sola, pero no puedes quedarte aquí, eso solo les hará pensar que tienen el control y seguirán molestándote. ¡Vamos! —De verdad que no tengo idea de donde rayos saca esa energía y esos cambios de humor tan repentinos, pero bueno, eso es lo que más amo de ella,

        Salimos de la biblioteca directo a la clase la cual por suerte compartía con ella. El resto del día transcurrió normal sin ningún percance. Para mi suerte nunca volví a ver a ninguno de ellos, algo que me había aliviado y relajado.

—Ojalá hayan desaparecido para siempre. Ojalá no vuelvan más. No quiero volver a saber de ellos —comentaba aliviada al no haberlos visto más mientras caminaba hacia mi casa.

         Reíamos divertidas y aliviadas de que no los habíamos visto en toda la tarde. Todo iba normal, lo mismo de siempre antes de todo esto, pero cómo si estuviera condenada, aquella paz, alegría y normalidad se fue al diablo, nunca mejor dicho…

—¿Qué hace la policía frente a la tienda de tatuajes? Nunca los había visto en este barrio —preguntó mi amiga extrañada señalando al lugar  mientras nos acercábamos con rápidez a ver qué pasaba.

—Ni yo, pensé que se habían olvidado de esta parte del pueblo —comenté llegando al lugar.

        Estaban esas cintas amarillas impidiendo que cualquiera pudiera pasar y comprometer la escena. Habían varias personas amontonadas queriendo saber que pasaba, se notaba la tensión y la curiosidad en el ambiente. Mi corazón comenzó a acelerarse a la vez que nos hacíamos paso entre las personas hasta llegar al frente. Pude ver con el rabillo del ojo cómo había una patrulla frente a mi casa, cosa que solo empeoró lo que sentía, la respiración comenzó a fallarme. Todo mi cuerpo dejó de funcionar cuando vi a dos uniformados acercarse con rapidez a nosotras.

—Necesitamos que nos acompañen, son las últimas personas que vieron a las víctimas con vida —dijo firme el que parecía ser el jefe.

        Lisa y yo nos miramos asustadas y asentimos. Nos dejaron pasar. Caminamos lejos de la multitud para aquel interrogatorio. A medida que caminaba sentía las miradas curiosas, algunas con lástima, otras juzgándonos, cómo si nosotras fuéramos culpables y hasta yo lo sentía de esa forma…

        Siento un enorme peso sobre mí. Mis ojos ardían. Mi respiración era agitada y a su vez era nula. Siento cómo mi corazón corre a todo galope, pero también lo siento quieto, muerto… Con un solo pensamiento en mi mente: "Esto no puede estar pasando, es un sueño.” Llego a un lugar apartado de la multitud, junto a Lisa, al lado de una de las patrullas.

—¿Qué relación tenían con las víctimas? —preguntó uno de los oficiales.

¡Genial! fue directo al asunto, nada de ¿conocen sus derechos? No, no que va, estos tipos sí que eran directos y hasta algo insensibles se podría decir.

—Ninguna… Ayer fue la primera vez que hablamos —confesé tratando de sonar convincente y no sospechosa.

—Ayer fueron las últimas personas en entrar a la tienda luego de que las cámaras dejaran de funcionar. ¿Notaron algún comportamiento extraño?, o ¿algo que les haya llamado la atención?

—Depende si le parece raro que un tatuador se haya negado a hacerle un tatuaje a mi amiga echándonos de la tienda asustado antes de desaparecer detrás de la tienda —comentó Lisa con algo de ironía, pero no porque quisiera sino porque ella se ponía de esa forma cuando la situación le sobrepasaba.

—Le recuerdo señorita que está hablando con un oficial de la ley. ¿Qué tatuaje es ese?  —le llamó la atención molesto antes de preguntarme por el maldito garabato.

        Tragando en seco se lo mostré. El chico que estaba detrás él, quien no había levantado la vista de su libreta, se acercó curioso a ver y para mi sorpresa tuvo la misma reacción que la del tatuador, caminó hacia atrás, sorprendido y asustado, llamando la atención de su superior. Ambos hablaron en secreto y el mayor asintió serio comprendiendo la situación.




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