Papá Inmigrante

12.

SASHA

Estoy empezando a hiperventilar cuando en eso escucho los balbuceos de Tony que me llaman.

Me pongo a buscarlo como una loca.

—¡Tony! —un tipo encapuchado lo está cargando. Al verme se echa a correr y se lleva al bebé.

Dios.

—¡Auxilio! ¡Detengan a ese hombre, se está robando al bebé! —grito como una posesa y por suerte para mí el guardia que está en la puerta logra detenerlo y otro aparece para inmovilizarlo.

Corro a tomar a Tony entre mis brazos.

El encapuchado se pone a forcejear con los guardias.

El revuelvo que hay en la tienda alarma a los clientes y algunos empiezan a salir corriendo. Me uno a ese grupo.

Corro hacia mi coche, sujetando firmemente a Tony contra mi pecho.

Escucho que viene una patrulla pero no me quedo a averiguar lo que pasará y me apresuro en acomodar a Tony en su silla para largarnos de ahí cuanto antes.

Al llegar a mi casa, veo a Dominic sentado en la escalinata, esperándonos.

—¿A dónde fueron? —me intercepta.

—Fuimos a comprar unas cosas, pero pasó algo terrible.

Mi corazón aún late de forma descontrolada tras lo que pasó en la tienda.

Toma mi mano y entramos a la casa.

Dejo mis llaves de la puerta sobre la mesita de la entrada.

—Tenías razón —dice, sentándose en el sofá de la sala, se ve muy angustiado—. Fue una trampa.

Lo que dice me preocupa.

—Dominic, intentaron llevarse a Tony cuando estábamos en la tienda.

Maldice y se levanta.

—Ahora que me encontró no se quedará quieto hasta arrebatarme a mi hijo.

Me aferro a Tony.

—No puedes permitirlo, ese hombre es un miserable. No puedo creer que se haya ensañado tanto. Hasta donde piensa llegar para lastimarte.

—Sasha, tu casa ya no es segura para nosotros, debemos irnos cuanto antes —se queda mirando a Tony—. Nos iremos...

—Déjame ir contigo y ayudarte a encontrar una forma de evitar que te quite a tu hijo. Yo no podría vivir en paz sabiendo que pude hacer más para ayudarlos y no lo hice. Necesito estar segura de que estarán bien, por favor.

—Esto se está poniendo más peligroso cada día y yo no quiero que tú...

—Por favor —lo miro desesperada—. Escucha, sé de un lugar en donde podemos ocultarnos, es una cabaña, estaremos tranquilos y seguros ahí, al menos hasta que encontremos una solución a todo esto.

—No lo sé... —se pone a caminar en círculos.

Está muy preocupado.

—De momento no puedes hacer otra cosa, no puedes irte del país ahora si es que lo estás pensando, con suerte podrás salir de la ciudad, pero ni de chiste podrás cruzar la frontera y menos con Tony, es tan pequeño, sería muy peligroso para él.

 Suspira y se lleva las manos a la cabeza.

—Soy consiente de que atravesar el desierto y el mismo río Bravo con un bebé de la edad de Tony es muy peligroso y créeme que si hubiera otra forma de evitar que su abuelo me lo quite la tomaría, pero tarde o temprano, tendremos que arriesgarnos y cruzar. Tendremos que dejar este país. Es la única forma.

—Tal vez... —una idea viene a mi mente, dudo en mencionarla, me preocupa que él pueda tomárselo a mal.

Me quedo callada, considerando los pros y los contra sobre esta idea, me parece que podría funcionar.

—Maldición no sé que hacer, no quiero que me quiten a mi hijo. Moriría y mataría por él.

—Dominic, creo que hay una forma para evitarlo y estoy dispuesta a ayudarte, pero no sé si tú estés dispuesto a querer hacerlo.

Me mira inquisitivo.

—¿Cuál? Sasha, dime qué se te acaba de ocurrir, mira lo que sea que pueda ayudarme a evitar que los abuelos de mi hijo me lo quiten,  lo haré.

—Casémonos.

Me mira consternado.

—¿C-casarnos?

Asiento.

—Existen formas para que puedas obtener tu visa y esta es una de ellas. Con visa y papeles en regla, nadie podrá amenazarte ni hacer nada para quitarte a tu hijo.

—No creas que alguna vez no lo consideré, pero no había nadie quien me ayudara —se queda pensativo—. Así ya no tendría que poner a mi hijo en peligro al querer sacarlo del país.

—La decisión es tuya, Dominic, cabe aclarar que si aceptas, nos divorciaremos en cuanto sea posible. 

Asiente muy lentamente.

—Yo me hice la ilusión de volver a mi país con mi hijo, regresar a mi hogar, ver a mis padres.

—Y podrás hacerlo si eso deseas, pero piensa que lo harías de una forma más segura para los dos, ya no tendrían que enfrentar los peligros que implica cruzar la frontera siendo un ilegal.

Suelta un suspiro.




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