Papá Inmigrante

8.

DOMINIC

Mis pasos se sienten pesados por culpa de la angustia que cargo en el pecho.

Tengo un mal presentimiento.

No dicen que los padres y las madres tienen aquella capacidad de sentir cuando a sus hijos les pasa algo, cuando se encuentran en peligro?, me pasa en este momento, siento que algo no anda bien con Tony.

Llamé a Sasha cuando salía del bar, pero me mandó directo al buzón.

Entro al edificio y me muevo rápidamente hacia el ascensor que me llevará directo a mi piso.

Me toma menos de un minuto llegar hasta mi puerta.

Me detengo de golpe al ver que la cerradura está rota.

¿Qué pasó aquí?

Ay, Dios mío.

Mi hijo...

Sasha...

Empujo la puerta muy lentamente y entro con precaución.

Oigo dos voces distintas en mi recámara.

Hay dos invasores.

—Busca en el baño —escucho que dice uno de ellos.

No entiendo qué es lo que están buscando. Puede que sean unos ladrones.

Tomo un bate de béisbol que guardo en una caja en la cocina y entro a la recámara.

Doy un golpe en la cabeza del intruso que encuentro ahí. Lo hago tan rápido que él apenas logra verme la cara antes de caer inconsciente al piso.

—¿Tienes algo?  —inquiere el otro, saliendo del cuarto de baño. Al verme saca una pistola y me apunta con ella, pero antes de que piense siquiera en dispararme, le golpeo en la mano haciendo que suelte la pistola y luego arremeto golpeándolo en la cara.

Su cuerpo se desploma en el piso como un saco de patatas.

—¡Sasha! 

—Dominic  —grita desde algún lugar, empuja la puerta del armario y ella asoma la cabeza.

Suelto el bate y me apresuro en ayudarla a salir de su escondite.

—¿Están bien? —asiente frenéticamente.

Tony se encuentra dormido contra su pecho y verlo bien hace que me tranquiliza y que el alma me regrese al cuerpo.

—¿Quiénes son? —pregunta Sasha, está muy nerviosa.

—No lo sé, serán unos ladrones.

Niega.

—Los escuché cuando hablaban, ellos querían llevarse a Tony.

Mi pulso se acelera.

Veo los cuerpos de aquellos hombres.

Esto tiene que ser obra del padre de Eli.

Nos ha encontrado.

—Tenemos que salir de aquí enseguida —la guío hacia la puerta.

No quiero correr riesgos, podría haber más de estos tipos allá afuera.

Sasha toma su bolso y una cobija para tapar a Tony, yo me guardo en mi mochila una cajita llena de dinero que mantenía sobre el armario.

Es todo el dinero que tengo.

—Dominic, por favor, dime qué está pasando. ¿Quiénes son? ¿por qué querían llevarse a tu hijo? —pregunta, mientras vamos bajando por la escalera de emergencia, en este momento es más seguro que tomar el ascensor.

—No hay tiempo para explicaciones, sigue caminando.

Logramos salir del edificio y nos adentramos en el callejón.

—Mi coche está por el otro lado —dice Sasha y la detengo, sujetando su mano.

—Espera. 

—¿Qué pasa, Dominic?

La miro a los ojos. Siento pena y culpa por lo que diré, porque sé que ella y mi hijo se han encariñado mucho y en tan poco tiempo. 

—Sasha, lo siento, pero no podemos seguir los tres juntos.

—¿Qué? 

Suelto su mano muy despacio.

—Nos tenemos que ir, esta ciudad ya no es segura para nosotros.

Mis palabras la han golpeado, puedo saberlo por su expresión entristecida. 

—Pero...

—Te agradezco mucho por haberlo cuidado estos días. Ojala no tuviera que terminar tan pronto.

Reclamo a mi hijo de sus brazos.

—Dominic, no entiendo nada de lo que está pasando, pero no puedes irte así ¿a dónde irás? —sus ojos se llenan de lágrimas.

—No lo sé yo...

—Por favor, no se vayan —insiste, tomando mi mano.

—Sasha, entiende que no tengo otra opción.

—Siempre hay opción.

—No en mi caso.

—Puedo ayudarte.

—No sería justo para ti, yo no puedo arrastrarte en mis problemas.

—Estoy dispuesta a correr el riesgo.

Niego.

—Dominic, yo no entiendo nada de lo que pasa aquí, pero sea cual sea el problema que tengas, quiero que me dejes ayudarte.

Creo que nunca acabaré de entender por qué tiene tanto interes en ayudarnos.




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