Obligada a casarse con un príncipe alemán

Capítulo 5

        Fiesta de disfraces 

Belle 

 

No voy a ser hipócrita, disfruté mi viaje al lado del apuesto e irritante desconocido. Ni siquiera me percaté del momento en que terminamos coqueteando y regalándonos sonrisas. Tanta fue la distracción que los minutos se fueron volando.Llegamos al Royal Empire, el casino más lujoso y despampanante que ví en mi vida. El lugar es una estructura gigante decorada con azulejos italianos, estatuas de mármol y arañas de cristal. Lo escogí , porque ya tiene un hotel adherido  a una de sus secciones, y un parque acuático.

Sonreí alegre cuando recordé lo último. 

—¿ Estás pensando en algo feliz? —estaba tan ensimismada que me había olvidado de su presencia— Lo estoy— asentí— por primera vez en mucho tiempo voy a ser realmente libre—  me sinceré— voy a disfrutar de un parque acuático— le guiñé un ojo.

— Me agrada tu frescura, la forma linda en la que tus sentimientos se reflejan en tu rostro—me miró fijamente a los ojos—no lo pierdas.

— Un gusto haber viajado con ustedes—desvió su atención hacia mi prima—señoritas disfrazadas— alza sus cejas sugestivamente mientras se despide el descarado. Ambas nos reímos al ser descubiertas y nos dirigimos a la recepción.

— Buenas noches, bienvenidas al Royal Empire, ¿ tienen reservación? — nos pregunta cordial la agradable trabajadora.

Helena duda.

Yo asiento.

—  Sí, a nombre de Angela Lyon, por favor— respondí segura, no hay nada mejor para un impostor que fingir seguridad.

Fruncí el ceño cuando la recepcionista me dijo que mi reserva se había extraviado en el sistema de alguna manera. El largo recorrido que había hecho no podía ser en vano, mis planes e ilusiones no iban a ser destruidos por nadie. Estaba a punto de armar un escándalo, el nombre con el que estaba registrada era real. Mi tercer nombre y verdadero apellido, así que no tenía nada que temer. Afortunadamente  mi irritación se convirtió rápidamente en apreciación cuando la señorita me explicó que por los inconvenientes nos habían trasladado a su mejor suite.

Algún día le agradecería en persona al dueño del Casino por el hermoso gesto.

— Muchas gracias,señorita. The Tailand party es aquí, ¿verdad?— inquirí curiosa.

— No señorita, aquí tenemos Las fiestas venecianas y el Dirty Night Club, dos de los mejores de las Vegas, debido a que cuentan con varias pistas de baile y las mejores vistas de la ciudad.

—Igualmente ya estábamos convencidas con el parque acuático, ahora lo estamos aún más— mi prima y yo hablamos al unísono.

Sonreímos.

 Ella la devuelve amable.

—Déjenme recomendarles la Noche Venenciana, es la ideal para amigas en busca de emociones—nos guiñó un ojo.

—¡ Muchas gracias!—  exclamamos a coro y nos retiramos a nuestra magnífica habitación....

 

¡ La fiesta es fascinante! Es al estilo de un carnaval veneciano.Cuando entramos admiramos el encanto multicolor que tiene el lugar. Las mujeres están engalanadas con los más diversos, coloridos y llamativos vestidos. Máscaras elegantes cubren la parte superior de sus rostros. Los hombres por su parte, están vestidos con esmóquines y elegantes trajes de la época , máscaras en blanco y negro que combinan con largas capas negras y rojas. Candelabros de cristal cuelgan del abovedado techo encima, lanzando coloridos rayos de luces alrededor de la habitación.Es mágico, Helena y yo apreciamos todos los detalles  embobadas mientras  avanzamos lentamente escaleras abajo. Inconscientemente aproveché mi ventajoso punto de observación para localizar a Alex, el sexy roba taxis había conseguido quedarse grabado en mi memoria. No toma mucho tiempo. Él está allí. Rodeado de un mar de estrógeno. El traje de época modelo redingote granate de raso con bordado dorado acentúa la anchura de sus hombros, el aumento de los músculos de su pecho, y las líneas esbeltas de su cintura.  El conjunto también incluye chaleco cruzado de raso rojo con solapa chal y 6 botones dorados, plastron de encaje  y pañuelo de bolsillo dorado de raso.  En resumidas cuentas, es un faro para todos los presentes. Mientras la rubia a su izquierda se ríe de algo que él dijo, otra lo golpea en el brazo. Sin razón aparente, su atención cambia hacia mí.  No puedo ver sus ojos tras la máscara negra , pero puedo sentir su intensidad mientras me evalúa. Escalofríos se dispersan sobre mi cuerpo, extendiendo calor líquido desde mi pecho hacia abajo, a la unión entre mis piernas.  Desvío mi mirada acalorada, es extraño para mí sentirme de esta forma ante la vista de un hombre, por lo que trato de tranquilizar  a mi también nerviosa prima.  La pobre tiembla como una hoja en época de otoño.  Lamentablemente llegamos tarde y los únicos disfraces a escoger eran los de dos cortesanas sexys.  Cuando logro animarla, doy el último paso hacia el brillante suelo del salón. Y resbalo.  Jooood... Es demasiado tarde para maldecir.  Mis pies salen disparados debajo de mí. Jadeo, aferrándome a la barandilla como si mi vida dependiese de ello. Una fuerte mano agarra mi codo y me ayuda a enderezarme antes de que golpee el suelo. 

—Muchas gracias. —Apartando mechones de mi peluca rubia del frente de mi máscara, elevo la mirada; directo hacia el precioso rostro del Sr. Roba Taxis Sexy—. 

—Eres tú— suspiré.

Él sonríe lentamente. Dos hoyuelos marcan las esquinas de sus mejillas. Es la perfección personificada.—Soy yo —repite él, repasando minuciosamente mi conjunto. Sus ojos se deslizaron con precisión y lujuria, deleitándose con cada centímetro de mí.

—  ¿ Bonitas vistas?— arqueé una de mis cejas—.

— Fascinantes, tus curvas elevan la hermosura del disfraz a la categoría de extraordinario. Si fuera artista no tengo dudas de que serías mi musa— sus magnéticos ojos azules combinados con su ronca y sensual voz estaban haciendo estragos en mi sistema. Hasta que recordé a mi prima, mi dulce y tierna Helena.




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