Mi primera ilusión

6. Foto escolar

Naomi deseaba que el año pasara lo más rápido posible, las clases en la escuela se le hacían cada vez más insoportable y el calor del lugar demasiado asfixiante. Las lluvias debieron haber empezado hace un par de días, pero no había caído ni siquiera la primera gota y ya empezaba a desesperarse. Ese fin de semana decidió salir a pasear al caer la tarde, estaba aburrida de su encierro y por lo menos la poca brisa del exterior le apaciguaba un poco el calor de su piel.

El centro comercial estaba a solo 40 minutos de bicicleta con Ciro a su lado, corriendo y jadeando mientras la brisa revoloteaba su pelaje. Entraron al establecimiento por el parqueadero, subiendo las escaleras eléctricas hasta el primer piso, sintiendo con alivio el frescor de aire acondicionado que ambienta todo el lugar. Recorrieron los pasillos caminando entre la gente, observando y deteniéndose con cada virina que resultara interesante a su gusto.

Encontró dos pisos más arriba una tienda anime, donde compro un par de calcomanías para su bicicleta y un nuevo manga que leer durante las horas libres en la escuela. Mas adelante se maravilló con las delicias que podría comprar en la tienda de dulces, desde sus papitas favoritas hasta nuevos sabores de masmelos y galletas. Por último, se entretuvo eligiendo entre dos opciones de discos musicales, esta vez elegiría un cantante desconocido al azar de algún genero de moda.

Regresó a casa a las 8 de la noche con chucherías, manga y discos nuevos. El fastidio que la había atosigado todo el día durante todo ese tiempo había mitigado sobre manera, decidiendo que iría más seguido al centro comercial solo para sentir el frio aire recorrer su piel.

—¿Qué tal tu paseo? —indagó Félix mientras veían la tv los tres juntos, sentados en el sofá en su pequeña sala.

—Bien, por fin tuvimos algo de paz —expresó Naomi con exageración— este calor está cada vez más insoportable.

—Tu si exageras —replicó Nilsa— pero esta vez si te doy la razón, necesitamos comprar un aire acondicionado.

—O mudarnos —sugirió Naomi entre susurros.

—¿Mudarnos? ¿Por qué? —interrogó Félix— recién empiezas el año escolar.

—Detesto este lugar, el calor me está volviendo loca —recalcó con vehemencia.

—Nena, solo por eso no podemos abandonar la ciudad a medio mes y recién llegando —explicó Félix— ¿Estás segura que es solo por eso?

—Si.

—¡Naomi! —dijo Nilsa atrayendo su atención— ¿Segura que es solo eso, cariño?

—Si mamá, es solo eso —repitió con algo de fastidio en su voz, pero nerviosa— sabes que me fastidia sudar demasiado.

—Cariño, sabes que puedes contarnos lo que sea, ¿Verdad? —un deje de preocupación escapó en el tono de su voz, pero en su rostro Nilsa demostraba calma y dulzura.

—Lo sé, mamá —contestó Naomi sabiendo por donde iba la conversación, y aunque tiene razón ya no es la misma niña de 8 años— pero no ha vuelto a suceder, y si pasara puedo defenderme sola. No se preocupen por eso, lo mío es en contra del clima de este lugar.

—Está bien, pero no podemos mudarnos a menos que pase algo que de verdad lo amerite —comentó Nilsa— tendrás que aguantar hasta fin de año.

—Por lo pronto… —añadió Félix— creo que podremos hacer el esfuerzo y comprar el aire acondicionado.

—¡Aleluya!

Ese fin de semana terminó demasiado rápido, continuando con su pesado trabajo de paseadora de canes. Era bastante ajetreado y cansón, pero valía la pena al ver a su adorable cachorrito divertirse con otros perros, aunque él no sea uno de verdad. Jamás llegó a arrepentirse de haberlo invocado, no solo era su mejor amigo y protector, era lo que más amaba en la vida fuera de sus padres.

Por desgracia, el fin de semana termino y el regreso a clases era inminente. Se duchó con agua fría tratando de mitigar el calor de su cuerpo, se vistió con el sofocante uniforme de diario y recogió su cabello en un tomate alto como todos los días. Tenerlo suelto solo aumentaría su fastidio. Al llegar a la escuela entró al salón sin mirar a nadie, recibiendo los típicos cuchicheos de sus compañeros.

—Buenos días jóvenes —saludó el profesor con cortesía— durante la última hora de clases vendrán a tomarles la foto, recuerden que no deben estar maquilladas ni nada por el estilo y que por lo menos se vean uniformes.

—Si señor.

No recordaba que hayan anunciado algo como eso para ese día, en realidad ni siquiera se hubiese preocupado demasiado por ello. Nunca se maquillaba porque no veía la necesidad, además, eso causaba más calor. Siempre iba con el uniforme limpio y planchado, era algo natural y obligatorio en todos. Lo qué si le estaba preocupando, era el hecho de «verse uniforme con las demás» solo por un detalle: todas tiene el cabello suelto.

Para su alivio no le habían mencionado nada al respecto, durante las primeras tres clases las cosas estuvieron casi normales: un taller y un quiz fue todo lo que hicieron. Al salir al receso todo empeoró, la retuvieron en la salida para dar sus extensos argumentos y repetir una y otra vez lo que se había dicho antes.

—Mira Naomi, el mismo profesor lo dijo y todas debemos cumplir —repetía por tercera vez Lara— la uniformidad es un requisito para la foto, así que ve soltándote el cabello.




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