Mi corazón no olvida

Capítulo 14: No soy aburrido

Alejandro:

Me quedé observando a esa chica mientras dormía detenidamente, su rostro era pálido, el cabello negro lacio, labios bien rosados,  dormía plácidamente, imagino que por los medicamentos que le habían suministrado y allí estaba yo sin poder parar de pensar. Entre más la miraba, más me parecía conocerla, intentaba forzar mi mente, pero aun así no lograba recordar nada y eso me estresaba. Esa mujer me contaba una parte de mi vida que hasta el momento no imaginé haber vivido, una parte de mi vida poco probable de la cual nadie a mi alrededor tenía conocimiento o eso es lo que parecía. Según ella crecí con mi padre, según mi madre nunca lo conocí. Según ella vivía en un pueblo y según mi madre nunca he salido de la ciudad, según ella mi madre me abandonó cuando era pequeño y según mi madre ella nunca me abandonaría. Estaba en una completa duda entre lo que decía una mujer que era completamente desconocida para mí y mi madre, la persona que desde que tenía memoria siempre había estado allí para mí, cuidándome y velando porque estuviera bien. La persona que después de mi accidente me cuidó meses hasta que logré recuperarme completamente y levantarme de la cama en la que estaba. Por otra parte lo que Adaya decía no encajaba. Mi padrastro me dejó toda su herencia; si no me hubiera criado, nunca habría hecho eso. Pero entonces, como recordaba cosas de ellas, ¿cómo ella podía saber que ese perfume me gustaría tanto? Un perfume barato de gente pobre y peor aún, ¿cómo podía saber yo que ella era alérgica a ese alimento? La observé durmiendo y no puedo negar que se veía tierna, y que era muy linda, aun con la ropa que llevaba puesta que no era demasiado reveladora se figuraba un cuerpo bastante atractivo, lleno de curvas. Empezó a murmurar algo dormida y me acerqué para escucharla...

—Ale... —distinguí mi nombre entre sus murmullos, cosa que me dejó bastante sorprendido—. Ale —replicó moviéndose de un lado a otro. Toqué su rostro con delicadeza, intentando calmarla y puso su mano delicada sobre mi mano, la cual tenía en su rostro y sosteniendo mi mano se quedó tranquila, no la aparté pues temía despertarla. Mi teléfono comenzó a sonar, suspiré al ver que se trataba de Verónica, mi novia, y colgué apagando el teléfono para que no molestara más. Observé a esa chica un poco más hasta que el cansancio me venció y recosté mi cabeza al lado de la cama, quedándome dormido allí. Abrí los ojos y ella observaba, quité rápidamente mi cabeza de su lado y aparté mi mano de la suya.

—Ves que si eres una acosadora—exclamé abriendo y cerrando la mano en la cual sentía calambre por tenerla toda la noche en la misma posición.

—Ya vamos, necesito ver a los niños—pronunció sentándose en la cama para levantarse, era notable que era muy preocupada por los niños .

—Voy por el doctor—dije y le dieron el alta. La llevé a la casa en mi auto y por alguna extraña razón mientras conducía y la miraba allí a mi lado empezaba a sentir que me faltaba el aire. Llegamos a la casa y allí estaban mi madre y mi novia esperándome.

—Ale hijo ¿recordaste algo? —preguntó mi madre caminando hacia mí, observándome con algo de preocupación.

—No, pero ya estoy seguro de que sí conozco a Adaya de alguna parte —pronuncié.

—Te estuve llamando toda la noche—reclamó mi novia—¿Pasaste la noche con esta fulana?

—Estaba en el hospital, pasé la noche en el hospital—especifiqué.

—Nunca vas a cambiar Alejandro, llevo ocho años esperando que cambies y no. Cuando no es una mujer es otra—reclamó y suspiré. Sabía que Verónica no me dejaría, ya le había sido infiel muchas veces y siempre me perdonaba. Muchas veces se hacía la que no sabía de mis amantes, otras con un simple mensaje volvía a mi lado, sabía que si estaba con ella era más por los convenios de nuestras familias pero eso no le importaba, no mientras estuviera a mi lado, me amaba al punto de sentir devoción por mí o más que amor, estaba obsesionada conmigo, al haber tantas mujeres que aspiraban tener una relación conmigo se sentía distinguida por ser mi pareja oficial. No era mala persona, ni mala mujer, era linda, pelo rubio, alta, facciones finas y un cuerpo estupendo, pero saber que iba a estar siempre allí para mí perdonándome todo, y ver que estaba las veinticuatro horas del día pendiente de mí, buscándome todo el tiempo, me asfixiaba, y eso me llevaba a no dsarle importancia y mucho menos valorarla. Le había dicho un millón de veces que las personas necesitaban espacio, pero no lo entendía. Ni siquiera sé cómo fue que pude fijarme en ella, yo que amaba lo difícil, lo complicado, y ella era tan disponible a mi antojo, tan fácil.

—¡Alejandro Gómez! —gritó mi novia—¿No escuchas lo que te estoy diciendo?

—Hijo, tenemos que hablar—intervino mi madre, ambas me agobiaban demasiado.

—¡Ya basta! —pronuncié—. Me van a volver loco. Tengo mucho trabajo, más tarde hablaremos mamá y no, no tuve sexo con Adaya, estaba enferma y medicada,dormida.Ni siquiera anrió los ojos toda la noche—agregué mordiendo mi labio inferior no quería que pensaran que estuve pendiente de ella casi toda la noche. Pero solo lo hice porque no quería que se muriera estando a mi cuidado no es que me importaba demasiado. 

—Voy a ver a los niños—dijo ella subiendo las escaleras antes que la cogieran con ella y me quedé observándola.

—Me cambiaré para irme—agregué subiendo tras ella pero me mataba la tentación de ver que hacían y antes de ir a mi cuarto fui al de los niños, la puerta estaba abierta y estaba Adaya abrazada de los pequeños...

—Hola papá—dijo uno de los niños mirándome con ternura, sus ojos eran claros igual que los míos y también se le hacían unos hoyuelos a ambos lados de su boca cuando sonreían, me quedé en silencio tragando en seco, ellos no me deberían ver allí, es más no debería estar allí no sé donde tenía la cabeza cuando fui a verlos. El pequeño caminó hacia mí y se abrazó de mis piernas como para que no sintiera celos de que abrazaban a su madre. Me agaché frente a él y pasé mi mano por su cabello despeinándolo, nunca me había relacionado con niños, es más, ni siquiera me gustaban, pero estos niños eran muy inteligentes y muy parecidos a mí.




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