Los príncipes cautivos

Capítulo 8: Su nombre en mi mente

(Narra Triana)

Nadine entró corriendo a mi habitación a primera hora de la mañana y brincó hacia mi cama con entusiasmo como acostumbraba desde que éramos pequeñas.

—¡Despierta! ¡Despierta! ¡Cuéntamelo todo! —me exigió con voz chillona—. Quiero saber los detalles de lo que ocurrió anoche, durante un rato noté que tú y Piero habían desaparecido, dime qué estaban haciendo. ¿Te besó? ¿Te declaró amor eterno? Oh, Triana, debes decírmelo todo. Quiero saber exactamente lo que hicieron y qué se sintió. ¡Vaya que te envidio! Piero es guapísimo.

Me senté sobre la cama y me estiré con pereza. Yo aún no había despertado del todo y mi hermana pequeña ya estaba rebosante de energía.

—En realidad no hay mucho que contar. Creo que Piero sí tenía intención de besarme, pero la abuela decidió que era un buen momento para interrumpirnos y la cosa terminó en nada —admití ahogando un bostezo.

—¡¿Qué?! ¡Ugh, pero qué injusto! No puedo creer que la abuela haya estropeado tu primer beso —se quejó con amargura.

—En realidad no lo estropeó, aún tendré un primer beso… algún día. Al menos espero que la abuela no pretenda aparecerse cada que un chico tenga intención de besarme…

—Aún así, arruinó el momento con Piero. ¡Ash, qué coraje! Anoche las circunstancias parecían idóneas.

—Ella no fue la única, nuestro padre le pidió a Luken sacarme a bailar para que dejara de bailar con Piero —le confié.

—En verdad no entiendo cuál es el problema de ellos. Piero es un candidato idóneo para ser tu esposo, es un capitán, su padre es el hombre de más confianza del nuestro, es guapísimo…

—Yo tampoco lo entiendo, no tiene ninguna lógica. Sigo pensando que padre quiere aguardar a mi cumpleaños para dar su visto bueno. Es lo único que tendría sentido —concluí al tiempo que cepillaba mi cabello con el peine que se encontraba en mi mesita de noche.

—Pero solo faltan tres semanas para tu cumpleaños, ¿en verdad sería tan grave que bailaras con tu futuro esposo a tan solo unas semanas de cumplir los 18? Siento que está exagerando —opinó Nadine poniendo los ojos en blanco—. Mas le vale que no espere ponerse tan estricto cuando llegue mi momento porque montaré un berrinche descomunal.

Solté una risa ante su amenaza.

—No lo dudo ni un momento, hermanita —después la sonrisa se borró de mi rostro y me acerqué un poco más a Nadine—. ¿Puedo confesarte algo?

—Claro —respondió ella irguiendo la espalda, lista para lo que tenía que decirle.

—Piero es muy apuesto y es idóneo en muchos sentidos, en verdad me gusta y despierta muchas emociones en mí, pero… no lo sé, a veces me hace sentir incómoda con sus avances y no sé como decirle que se detenga.

—Pues así: Alto —respondió ella encogiéndose de hombros.

—No es tan fácil, tengo la sensación de que es la clase de chico que no sabe recibir un no por respuesta.

—Bueno, no lo podemos culpar, ¿quién querría decirle que no a tal guapetón? —dijo Nadine con una risita traviesa.

La acompañé riendo, aunque en verdad no me causaba mucha gracia. En mi interior sentía que el hombre con el que pasara mi vida debía ser alguien a quien pudiera decirle que no y que supiera que iba a respetar mis deseos. Tal vez solo estaba haciendo una tormenta en un vaso de agua, Piero era un chico idóneo para ser mi esposo y yo estaba dándole demasiadas vueltas al asunto.

Clio entró a la habitación y nos saludó con una reverencia.

—Buenos días, Altezas. Princesa Triana, su padre solicita su presencia en el Salón del Rey de inmediato.

Nadine y yo intercambiamos una mirada, ¿estaba en problemas? Sin mucho tiempo para pensarlo, me levanté de un brinco y me aliste a toda prisa.

En cuanto estuve lista me apresuré al Salon del Rey que se encontraba en el corazón del castillo. Los guardias abrieron las puertas del salón de par en par en cuanto me vieron llegar y anunciaron mi presencia en voz alta:

—¡La princesa Triana Mondragón! —exclamaron al momento que cruzaba el umbral.

Mi padre se encontraba en su trono con aire pensativo y la vista clavada hacia uno de los muros del salón. En cuanto estuve frente a él soltó un suspiro y centró su atención en mí.

—Creí que había sido claro al negar mi permiso para que te cortejaran —dijo con seriedad.

De inmediato adiviné que la abuela le había contado lo sucedido anoche entre Piero y yo.

—Papá, no estábamos haciendo nada malo, solo nos encontrábamos charlando —me justifiqué con nerviosismo.

—Al menos muéstrale suficiente respeto al rey como para no mentirle, Triana —me amonestó.

Avergonzada, bajé la mirada al suelo.

—Lo siento… es solo que…

—La única razón por la que no mando a azotar a ese joven Piero es por el profundo aprecio que le tengo a su padre. Cualquier otro estaría en graves problemas con esas oscuras intenciones que tiene con mi hija. A él lo dejaré ir ileso, pero no lo quiero ver de nuevo cerca de ti…

—¿Oscuras intenciones? Papá, estoy segura de que Piero me propondría matrimonio si se lo permitieras —exclamé con voz chillona.



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En el texto hay: matrimonio, magia, realeza

Editado: 28.11.2021

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