La Villana del Cuento

CAPÍTULO 15

Estaba a punto de sacar los papeles que contenía el sobre del hospital pero fui interrumpida por Kira quien me gritaba como loca porque llegaríamos tarde a la agencia. Bajé las escaleras con prisa con mi mochila al hombro. Está vez la bolita de pelos no me seguía. Solo he pasado una hora sin el y ya lo extraño. Hoy muy temprano uno de los asistentes de la agencia vino por el y lo llevo a un refugio muy exclusivo donde cuidarán de él hasta que yo regrese.

La luz del despacho de mi padre estaba encendida así que supuse que estaría dentro. Toqué la puerta y esta se abrió, mi padre me esperaba.

— Ya nos vamos – informé.

— De acuerdo princesa. Tengan cuidado y suerte.

— Papá, sabes que nunca me gustaron las películas de princesas de Disney.

— Sí es cierto. Siempre tuviste preferencia a los villanos. – Asentí y me dispuse a marcharme – Rubí espera. – Rodeó su enorme escritorio, abrió uno de los cajones y sacó una pequeña cajita. – Quiero que tengas esto. Quiero que cada vez que lo mires me recuerdes a mí y a tu madre. – Abrió el pequeño cofrecito. Era precioso. La hermosa piedra color rojo la rodeaba pequeños cristales, diamantes. El rubí tenía forma de gota, tan rojo como la sangre. Luego pasó a poner mi cabello a un lado y colocarme el hermoso collar.

La agencia estaba muy agitada hoy. La gran mayoría de agentes estaban en misiones importantes. Christina nos guío hasta una sala llena de equipos, ordenadores y grandes monitores.  Nos dirigimos hasta una mesa donde estaba un chico pelirrojo de ojos verdes.  
El chico se llama Samuel y será nuestro contacto con la agencia por el lado de la informática. Después de empacar el armamento necesario subimos al auto y emprendimos la marcha con Christina al volante, rumbo a Damned.

Entre más nos alejamos  de la  ciudad el camino se iba volviendo más oscuro. Las nubes grises tapaban el sol. La carretera era poco transitada y la rodeaba a ambos lados un bosque. Ya llevábamos dos horas de camino y solo se podía ver el bosque y montañas a lo lejos. La curiosidad se apoderó de mí y empecé a googlear la pequeña ciudad a dónde nos dirigimos.

El pueblo Damned ubicado al noreste de la ciudad de Florencia es uno de los dolores de cabeza de los científicos geológicos. El pueblo es conocido por el extraño fenómeno que ocurre en el hace ya diez años. Por el día sus calles son cubiertas por una espesa niebla que se disuelve al caer la noche dejando un cielo totalmente despejado dado paso a la luna y a las estrellas. Este fenómeno ha sido imposible de explicar por los científicos, pero lo que no hay duda es que lo hace una llamativa pero espeluznante razón para visitarlo. Otra de sus atracciones son las hermosas calles rodeadas por un inmenso bosque, dónde en su interior se encuentra un hermoso lago donde las familias se reúnen a pescar los fines de semana. Las ferias y su impresionante casino es visitado por alrededor de 100 personas del extranjero al mes, aunque estos registros han disminuido en los últimos 3 años por las enfermedades producidas por la inexplicable niebla.  

Según en el artículo Damned es un pueblo muy curioso. Y la verdad yo soy muy curiosa....

El pueblo es tal  como está descrito en el artículo. Sus calles son preciosas pero están cubiertas de niebla. Las chicas y chicos caminan hasta el instituto. Cuánto extraño esos momentos. Ay tiendas con algunos nombres importantes y algunas cafeterías. El hotel está justo detrás de la plaza central donde se encuentra un reloj de arena.

La reservación de las habitaciones estaban listas así que solo tomamos las llaves magnéticas y subimos. Mi habitación era preciosa y la vista espectacular también, se podía apreciar el hermoso bosque y hasta una parte del lago. Apenas eran las tres de la tarde así que tenía tiempo de dar una vuelta por el pueblo.  Después de intentar comunicarme más de tres veces con Leo me rendí y salí del hotel a dar una vuelta. Coloque un pañuelo en mi boca y nariz para no respirar  mucha niebla. 
El pueblo parecía tranquilo, las cafeterías estaban llenas de estudiantes que salían del instituto. Entre a una de ellas y pedí un descafeinado. Bajé mi pañuelo y tome un sorbo de mi bebida. Algunas chicas y chicos miraban en mi dirección y comentaban entre ellos. Los ignore y me senté en una mesa apartada de las demás.

La puerta se abrió y entraron tres chicos, altos, rasgos finos y cabello negro, parecen ser trillizos, son idénticos. Todos empezaron a comentar y a saludarlos, supuse que serían los tres chicos populares del instituto. Todo un cliché, que aburrido, a mi parecer Leonardo está más guapo que ellos tres juntos. Estaba tan concentrada jugando con el popote de mi café que no me dí cuenta que ahora los tres estaban sentados en mi mesa. Enarque una ceja a su invasión de mi espacio.

— Hola chica guapa, ¿ como te llamas? ¿ Eres nueva? – preguntó el de en medio.

— No tengo porque responder a tus preguntas–  volví mi vista a mi bebida pero la perdí de vista. Uno de los chicos la había tomado y dejado a un lado.

— Sí que tienes que responder, somos los hermanos Smith y reyes del instituto de Damned. ¡ No es así! – grito a los demás estudiantes y todos bajaron la cabeza y asintieron.

— ¿ Smith? ¿ Reyes? – sonreí – nunca había escuchado tu apellido, así que tan reconocidos no sois, segundo, los reyes eran del pasado, en la edad media pero vosotros no lo entenderíais porque solo podéis ocupar el cargo de bufones reales.

Todos estallaron en risas. Los chicos enrojecieron por la ira y me interrumpieron el paso. Los estudiantes empezaron a hacer coros de burla para los chicos.

Uno de ellos levantó su mano e intentó golpearme. Lo esquivé con mucha facilidad y le devolví el golpe haciendo que cayera al suelo.

Más gritos de los estudiantes.

  Su otro hermano se abalanzó sobre mí y me tomó del brazo mientras que el otro intento golpearme pero logré darle una patada en su estómago. Moví mi brazo y ahora era el otro chico quién estaba en problemas con su brazo a su espalda sin poderse mover, el q había tirado al suelo desde un principio se levantó y corrió hasta mi pero volvió a caer al suelo por el peso de su hermano a quien yo había empujado para que cayeran.




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