Es mi posesivo #1

17. Lujuria

Me he encontrado en una especie de trance del cual no he podido despertar. He perdido el balance del tiempo en todas estas horas que me he encontrado entre despierta y dormida. Despierta por el hecho que sigo escuchando y sintiendo todo a mí alrededor. Todavía sigo oyendo los gruñidos de Axell cada vez que su madre le ordena que se calme.

No obstante esto no ha sido tan malo después de todo, me ha ayudado a pensar y tener mis ideas con claridad, algo que simplemente no podía hacerlo despabilada. Me he dado cuenta que estoy muy abrumada y asustada, por ello me había parecido extraño que reaccionara con tanta tranquilidad al saber que Axell y muchas personas más son hombres lobos.

Cada día después que llegué acá se ha ido reproduciendo como una clase de video, el cual me da la libertad de ponerle pausa para pensar y sacar varias suposiciones de lo ocurrido.

La molestia fluía cada vez en mí al verme en el primer día de clases tan ingenua y perdida ante el mundo que se me presentaba. Ahora entiendo por qué las personas se reían de Ana, Adam y de mi esa ocasión, es obvio que cada cosa que decíamos lo escuchaban con claridad.

Recuerdos de la jornada que extrañamente conocí a Axell causa que se me eleven los vellos de cada parte de mi cuerpo. Me aterra la manera como todos los sentimientos y sensaciones que tenía por él el primer día que lo vi han ido aumentando colosalmente. Me espanta todo esto y aunque ya no esté tan perdida como hace días y sé que ya algunas dudas se han ido respondiendo, aún puedo decir que me encuentro en el limbo.

— ¿Cómo quieres que me calme si ya lleva un día inconsciente? —Puedo llegar a oír como la voz de Axell se escucha en la habitación.

—Porque estés gruñendo y alarmado, no va a causar que mágicamente despierte —reprocha Rachele con un tono cansino.

—la marca va de mal en peor. ¿Qué le sucede?

—Axell, hijo mío. El cuerpo de Elena está rechazando su mordida por el simple hecho de que la tuya era la que tenía que estar ahí, no obstante, eso no significa que vaya a dejar de doler. Todo esto se va a remediar si tú eres capaz de morderla. —Mi corazón se detiene al escuchar lo último. No puedo dejar que Axell me muerda, lo menos que deseo es volver a pasar por aquel dolor tan agonizante que estoy sintiendo.

—No puedo marcarla —espeta.

Los cambios de bipolaridad que estoy sintiendo son estresantes. Hace segundos no deseaba que me mordiera pero al Axell decir aquello, causa que un pinchazo oprima mi pecho.

—si quieres que deje de sufrir, tendrás que hacerlo.

—sabes muy bien que con esta época no podré hacerlo. Sabes que si no hubiese llegado justo a tiempo esa noche y hubiese detenido a esa persona de mierda, las cosas hubiesen llegado a mayores.

—Tendrás que poner a prueba tu resistencia o simplemente deja que las cosas fluyan. —La picardía es evidente a lo último. Una maldición por parte de Axell resuena entre las cuatro paredes de su cuarto. Sé con exactitud que estamos en su habitación, no me he sentido trasladada a otro lugar.

—no puedo. Ni siquiera sabe lo que ella es para mí —musita y mi corazón se agita al escucharlo.

— ¿no se los has dicho? —cuestiona con incredulidad su madre.

— ¿Cómo quieres que se lo diga? Acaba de pasar por todo esto, apenas sabe un poco de lo que somos nosotros y cuando iba a explicarle ayer, quedó inconsciente. —Toma un respiro — ¡Joder! La marca se está tornando peor.

—tendrás que decirle que ella es tu mate y listo. Nunca pensé que alguien, siquiera tu mate, iba a poder ablandar aquella coraza que siempre llevas consigo... y no me lo niegues, aunque seas indiferente con ella en público, no me engañas.

Axell resopla y se acerca a mí, sus dedos comienzan a descender por mi cabello azabache, desenredando con delicadeza algunos nudos que interrumpen sus caricias.

—Solo, no quiero perderla. —Su voz suena tan lejana y baja que no sé si lo dijo o todo fue obra de mi imaginación.

—ella pronto despertará, tú eres el que decides, márcala o deja que siga así y créeme que las cosas van a ser más graves que un desmayo.

El sonido de unos tacones chocando contra el piso de madera se va haciendo más lejano hasta que la puerta del cuarto se abre y cierra tras salir.

A medida de los minutos, mis párpados se van tornando más livianos. Mis ojos han podido abrirse y encontrarse con una habitación a oscuras, giro un poco mi rostro y me encuentro a Axell sentando en un banco cerca de la cama, su frente está apoyada sobre su brazo el cual lo tiene en el colchón, su mano libre es la que sigue haciéndome siluetas debajo de la tela de mi holgada camiseta blanca.

Sé que está despierto, si fuera de lo contrario, su respiración se volviera más neutra y sus músculos no estuvieran tensos.

—Sé que escuchaste todo. —Su comentario me toma por sorpresa y me hace dar un respingo.

—Axell... —Le llamo. Su rostro se eleva hasta que sus ojos azules me taladran. Ahogo un jadeo por la intensidad con la que me observa. Después quiere que no baje la cabeza, es extenuante observarlo tanto tiempo. ¡Dios! Su mirada es tan única — ¿yo so-soy tu mate? —Cierro los ojos y giro mi rostro para no atisbarlo. Mis mejillas se encienden en un carmesí intenso, lo sé gracias al calor que siento alojado en esa área.




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