Embarazada sin Querer Editando

Capítulo 18

Abro la puerta de mi departamento, Vanessa y Juan David están en el sofá, ambos voltean a mirarme.  

Cierro la puerta tras de mí y me quedo parada mirándolos, sin poder evitarlo empiezo a llorar.  

Los dos me miran alarmados y se acercan a mí.  

—¡Mafer! —Vanessa se acerca a mi preocupada—, ¿Los bebés están bien?  

Solo puedo seguir llorando, tengo las palabras atoradas en mi garganta. 

—Trae agua, Nessa —escucho que Juan David le habla a mi amiga, mientras me lleva al sofá.  

Vanessa me pasa un vaso con agua, tomo un sorbo.  

—¿Qué es lo que te tiene así cariño? —Vanessa se arrodilla a mi lado.  

—Estoy enamorada de él, Vane —susurro con los ojos llenos de lágrimas.  

—De... de Gonzalo... —balbucea.  

—Si —mi voz sale entrecortada por el llanto—, pero él dejo claro que jamás tendremos una relación.... Yo no significo nada para él —Rio sin ganas.  

—¡Oh! Mafer, lo siento mucho. —Limpia mis lágrimas con sus dedos—, ¿Y qué piensas hacer?  

—¿Que se supone que debo hacer? —exclamo—. Debo olvidarme de él. Por el bien de mis bebés es mejor que me olvide de él —sollozo—. Lo peor de todo es que no me di cuenta de cómo paso, solo sé que siento algo fuerte por él y no quería aceptarlo.  

—Cariño debes estar tranquila. —Me abraza como queriendo protegerme  

—Voy a ir a dormir. —Me levanto y me voy a mi cuarto.  

****** 

 

No había podido dormir mucho en la noche, mi cabeza le daba vueltas a todo el asunto. Cuando dieron las seis de la mañana me puse de pie y empecé a alistarme para ir a trabajar. 

Cuando estoy entrando a la editorial me llega un mensaje.  

 

 

 

Hola marciana, estoy llegando alrededor de las seis de la tarde, pasaré a tu trabajo a recoger tus llaves.  

 

 

 

 
Es Alberto, respondo mientras subo por el ascensor.  

 

 

 

De acuerdo feo te esperó.  

 

 

 

Cuando me dirijo a mi escritorio una risa chillona se escucha desde la oficina de Gonzalo. Es raro, ya que él nunca llega antes que yo.  

Me acerco a la puerta y entro sin tocar. Gonzalo está sentado en su silla y la perra de Cassidy está sentada sobre su escritorio con las piernas cruzadas y medio inclinada hacia él.  

—Oh, lo siento señor Carson —me disculpo incómoda—, no sabía que estaba aquí, escuché un ruido y me pareció raro.  

—Querida no te preocupes Gonchi y yo solo estamos hablando. —La arpía se pone de pie y me mira con una sonrisa burlona—. Oh, no sabía que estabas embarazada, que encanto ¿Y quién es el padre?  

—Bueno señorita Castillo. —Me cruzo de brazos—. Eso es algo privado, no es relevante para el trabajo, no creo que sea necesario hablar de eso.  

 

<< ¡Maldita bruja chismosa! >> 

 

Cassidy ríe escandalosamente y se coloca detrás de Gonzalo que se había mantenido callado, ella apoya sus manos en los hombros de Gonzalo.  

—Si nos disculpas estamos algo ocupados aquí —dice deslizando sus manos desde sus hombros hasta su pecho—, podrías darnos privacidad.  

—Por supuesto. —Hago todo porque mi voz suene normal—. Permiso.  

Me doy la vuelta y salgo como un torbellino cerrando la puerta.  

¿Qué mierda hace la serpiente con Gonzalo, si él no la pasa ni por pedazos? ¿Que pretende?  

Me siento frente a mi computadora, trato de relajarme y evitar escuchar la risa escandalosa de la serpiente.  

******  

 

Había sido un día de mierda, felizmente hoy he tenido mucho trabajo y he tenido mente ocupada.  

Cassidy había estado dando sus alaridos por una media hora más cuando por fin salió de la oficina de Gonzalo pavoneándose frente a mí.  

Él no había salido en todo el día, lo cual era mejor para mí. El sonido del teléfono llama mi atención.  

 

—Oficina del señor Carson —respondo.  

—Hola María Fernanda, aquí en recepción hay un joven que dice que es tu hermano —dice la recepcionista.  

—Enseguida bajo.  

 

Al parecer Alberto ya había llegado, bajo hasta la recepción y sentado esperando estaba él, tan guapo como siempre.  

—Alby —lo llamo acercándome.  

—¡Pequeña! —Se pone de pie de un salto y me abraza—. Mírate, estas enorme.  

—Ja, ja —digo con sarcasmo—, que gracioso. —Coloco mis manos en mis caderas.  

—Igual, estas hermosa —me dice mirándome detenidamente.  

Me había puesto una camiseta a rayas, un jean oscuro y zapatillas. Hoy en la mañana no estaba de muy buen humor para vestirme como usualmente lo hago. Me sentía cansada.  

—Deja de mirarme y anda a la casa de una vez. —Le entrego mis llaves y me despido de mi hermano.  

Subo hasta mi oficina, ya solo me quedan unas horas para poder irme.  

****** 

 

Estoy saliendo del edificio y yendo a mi auto, cuando una mano me agarra del brazo.  

 

<< ¡Alexander! >> 

 

—¡Me asustaste! —Me coloco una mano sobre el pecho, mi corazón late con rapidez contra mi pecho.  

—Lo siento preciosa, no quise asustarte —me dice metiendo sus manos en los bolsillos de su chaqueta—, vine porque quería saber cómo te encontrabas, ayer hablé con Gonzalo y... —duda sin saber si continuar hablando. 

—¿Y.…? —lo animo a continuar. 

Y.… sé que las cosas no están bien entre ustedes, solo quería saber cómo lo estabas llevando. 

—Pues... ahí vamos. —Bajo la mirada, no quiero que me vea así.  

—Lo quieres. —No es una pregunta.  

—Si, lo quiero. —Levanto la cara—. Pero tu hermano me ha dejado muy claro que nada pasará entre nosotros. Tal vez sea lo mejor.  

—Debes entenderlo un poco —me dice tomando mis manos y mirándome—, estoy seguro de que él te quiere, solo tiene miedo.  




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