Dime que te quedarás (amor a lo Escocés #1)

Capítulo 31: Siempre hay tiempo para los amigos

¿Sabes ese hueco residente en tu pecho que, con cada decepción por la que pasas va extendiéndose un poquito más? Ese hueco que aprendes a ignorar al pasar de los días, ese hueco que crees desaparecido debido a la felicidad que albergas, ese hueco que se queda ahí para recordarte que no importa cuán feliz puedas llegar a ser en determinado momento de tu vida, él nunca se cerrará. Él se quedara ahí esperando... Esperando a que la felicidad se acabe para adueñarse de otro pedazo de tu interior, él se quedará como un recordatorio de las desdichas y las decepciones que lo crearon en un principio. Es como un agujero negro que puede llegar a absorberte, a hundirte... Si lo dejas.

Me acosté con Alexandra.

La voz de Aiden se repetía una y otra vez en mi cabeza, imágenes de ellos dos juntos me torturaban, llenándome de agonía. ¿Se suponía que esto doliera tanto? ¿Se suponía que tenía derecho a sentirme traicionada? ¿Decepcionada? ¿Se suponía que tenía derecho a haber esperado algo distinto de él?

Mi mente y mi corazón estaban hechos un completo lío y lo único que yo podía hacer era llorar, era intentar descargar de una manera u otra esto que estaba sintiendo.

Todo esto era mi culpa, en el fondo lo sabía y eso solo hacía que mi pecho se contrajera más. Había sido demasiado estúpida haciéndole caso a Nancy en un principio, había sido demasiado estúpida creyendo que solo porque nos habíamos besado en una fiesta eso significaba que él tenía sentimientos por mí, sentimientos reales. Había sido ingenua, me había creado toda una historia en mi cabeza en segundos, y con cuatro simples palabras el castillo que había formado en mi mente se derrumbó

Me acosté con Alexandra.

Estaba en repetición indefinida y por más que intentaba acallar esa frase no lo hacía. ¿Qué iba a hacer ahora? ¿Podía fingir todos los días frente a Aiden? ¿Podía fingir que no guardaba sentimientos por él y que no me dolía lo que hizo? ¿Podía hacer como si el recuerdo de sus besos no encendiera algo dentro de mí? 

Yo lo había provocado todo, yo había empezado a jugar con fuego esa noche, yo había dado el primer paso y me quemé.

 Aiden solo... Él solo me había seguido el juego, como todo hombre haría. Inocente fue pensar que besarme significaba algo más que simple "placer". Besarme seguramente fue como besar a cualquiera otra chica porque si hubiese significado algo para él seguramente no se hubiese acostado con su ex. Justamente con su insoportable ex, ¿cuántas veces habrán estado viéndose últimamente sin que yo lo supiera? ¿Aiden me había mentido al decirme que ya no tenía sentimientos por ella? 

El dolor se afianzó como un alfiler en mi corazón. ¿Realmente yo conocía a Aiden como pensaba que lo hacía?

Estos pensamientos no me estaban llevando a nada pero no podía evitarlos, no podía alejarlos. Se quedaban atrapados en mi mente con el único fin de aumentar mi desdicha.

Y como si estuviésemos conectados, como si supiera cuanto necesitaba hablar con alguien en este momento, mi teléfono sonó avisándome de una llamada de Ethan

― Hola nena ―saludó sin esperar a que yo dijera algo. El sonido de su voz me ánimo un poco al instante.― ¿Cómo te fue con Aiden?

Sí, el ánimo se extinguió enseguida. Me mordí el labio con miedo de echarme a llorar otra vez

― No como esperaba ―pude decir

Ethan se quedó en silencio, analizando mis palabras

 ― ¿Fue mejor de lo que esperabas? ―probó.

Negué con la cabeza incapaz de hablar antes de recordar que él no podía verme

― No ―intenté sonar lo más estable posible pero fracase y él se dio cuenta

― Oh nena, ¿qué sucedió?

Inhalé aguantando el llanto, preparándome para lo que tenía que decir 

― Aiden se acostó con Alexandra ―decirlo fue como golpearme a mí misma, hizo todo más real. Aiden, mi Aiden me había traicionado.

― ¡¿QUÉ?! ―su gritó chillo en mi oído y tuve que alejar el teléfono unos centímetros de mi oreja― ¿Tuvo sexo con putandra?

En otro momento quizá ese apodo me hubiese dado risa sin embargo en este instante reírme era algo muy lejano

― Si

― Dios, que desgraciado. ¿Y te lo dijo? ¿Así? ¿Cara a cara? ―su voz era una mezcla de enfado y preocupación.

― No, eso es lo peor. Ni siquiera pretendía decírmelo, lo escuché sin querer mientras se lo decía a otra persona y le pedía explícitamente que no me dijera nada. A mí ―el enfado estaba tomando su lugar sobre la tristeza.

¿Qué hubiese pasado si yo no hubiera escuchado eso? ¿Aiden habría dejado que yo expusiera mis sentimientos ante él sin contarme nada de su aventura? Corte esos pensamientos, prefería no torturarme también con esa posibilidad

― Dios nena, lo siento tanto. Debes de sentirte como la mierda



#115 en Joven Adulto
#2318 en Novela romántica

En el texto hay: humor, drama, amor

Editado: 13.11.2019

Añadir a la biblioteca


Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.