Deseos Paradisíacos de un Vampiro(editando)

Capítulo 1

Seis meses atrás...

Estados Unidos, Miami.

7:39 A.M.


Capítulo 1

Vestimenta inapropiada frente al depredador.

 

 

—Podría al menos sugerirle que espere paciente, la llamaremos téngalo por seguro.

Finalizó la mujer castaña frente al escritorio. Sus ojos detallaban la profundidad de mis ojos, estaba tan segura de que oberservaba cada milímetro de mi alma que mi piel se erizó.

¿Será que su belleza me ha dejado hipnotizada?

“Me va tan mal en el amor que estoy apunto de volverme lesbiana”, pensé con gracia.

Esta ya era la octava empresa que pisaba.

“Lo único que faltaría sería la experiencia”

“Lo siento pero sin experiencia no creo que...”

“La llamaremos, espérelo”

Estoy harta.

Necesito un buen sexo o voy a explotar y no precisamente de placer.

Sostuve firmemente el bolso Planck perlado mientras me encaminaba por el parque cercano. El cielo, el sol, la noche... ¡Dios! no he dormido en 10 días, estoy exhausta. Pido vacaciones de mi vida, ¡lo exijo¡

Mi pregunta más personal es... ¿cómo esperan que tenga la maldita experiencia si acabo de salir de la universidad? es ilógico. Pero no seré negativa, ¿a quién engaño? tengo los ánimos por el suelo casi casi en el culo. Juro que si en esta otra puta empresa del carajo, no me aceptan me retiro y viviré de mis padre.

Bueh, tampoco así eh. —Mascullé.

Las puertas electrónicas se abrieron, una señorita me recibió y wow, esta sin duda era la más clásica. La estructura por fuera era moderna mientras que por dentro era muy clásica, elegante, sofisticada y todas las palabras que se puedan utilizar para piropear esto. La decoración se complementaba de cuadros enormes, muebles de madera refinada antiguos pero exageradamente hermosos, con varias plantas alrededor y sin contar las esculturas tan al estilo aristócrata. Fuimos por un largo pasillo, ya empezaba a preguntarme cuando pararíamos hasta que al frente apareció un ascensor y sí, porque yo andaba en el aire, ni me había fijado cuando entramos.

Subimos y ella se quedó detrás. Me giré y ella pareció notar mi confusión.

—Al fondo a la izquierda, jóven. —Sonrió y las curvas de sus labios en rojo Matte se volvieron aún más ondeadas.

Es muy bella, alta, de pelo castaño oscuro, piernas largas, labios gruesos Toda una modelo.

Me había percatado hasta ahora que los trabajadores aquí vestían especialmente igual, las mujeres corrijo.

Camisas blancas, impecables, faldas de copa por encima de las rodillas, rojas y tacones altos, blancos. No parecía ser un uniforme pero todas tenían esos colores en sus atuendos. Mientras que los hombres de gris oscuro y blanco hueso.

—¿Qué esperas ahí parada?—dijo alguien detrás, bastante guapo.

—Y-yo ya estaba por entrar.—afirmé algo nerviosa.

El hombre frente a mí frunce el ceño. Es alto, muy hermoso y percibo un olor exquisito desprendiendo de él.

«Todos aquí parecen modelos»

—En este tipo de situaciones...

—Me interrumpe relamiendo su labio con seriedad—A él no le gusta esperar.

—¿Y usted es?—abro bien los ojos para ver cada minúsculo movimiento en su rostro.

—Se acerca tocando mi mano cuando está cerca y la aprieta— Pero que grosero soy. Es un placer conocerte soy Leroy Merlín. La mano derecha de quizás... Tu futuro Jefe. —Me guiña el ojo y le correspondo de manera coqueta.

Asentí y dando un pequeño giro sobre mis talones.

Sentí una pequeña brisa detrás y cuando vuelvo a mirar Leroy ya no estaba.

Mis manos tocaron con golpecitos la madera de la puerta. Al entrar una mujer me recibió e hizo señas para que pase.

La veo cerrar detrás de mí mientras sale. Observó al frente a un hombre sentado en el escritorio, se ve elegante, en un traje negro y en su mano un Rolex.

Con cada paso sentía que la habitación se enfriaba pero no eran nervios, era algo distinto y el olor que había allí era algo inexplicable, pero muy delicioso. Dulce pero no dejaba de ser extraño.

Visualicé al hombre en el escritorio, era apuesto, su pelo negro y peinado, brillante por algún especie de fijador.

Él había notado mi presencia pero ni se inmutó. Fingí tocer y fue hasta ahí que levantó la vista.

La posó sobre mí, dejándome sin aliento.

Sus rasgos faciales eran afilados, su mandíbula marcada lo hacía ver muy imponente. Sus ojos... oscuros...

Levantó la vista y me regaló la mirada más tétrica que pude haber recibido antes. Sus ojos negros, su semblante oscuro, su pelo perfectamente peinado.

«Carajo»

Mis piernas me fallaban.

Retiró los lentes que llevaba puestos, los colocó en la mesa y me señaló el asiento de enfrente girando al costado en un movimiento leve su cabeza como seña.




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