Desastre en las nubes

4. Hospital Civil

Luego de decir esas palabras, el niño se desmayó y terminó por sufrir un infarto del susto.

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Nancy se lavó las manos, una y otra vez, como si eso fuera a alejar la sensación que su cuerpo experimentaba en ese momento. No cabía dudas de que algo no andaba del todo bien, que le iban a dar una horrible noticia. Estaba en Dinamarca, mejor dicho en Copenhague, su capital.

Sacudió la cabeza, tenía dos vuelos más ese día, y podía irse a casa con su hijo, a leerle algún cuento, dibujar con él y hablar de cualquier cosa. Las vacaciones de verano eran una locura, más aún, cuando en Londres, los niños eran dinamita corriendo por las calles por la alta seguridad del sector real.

— Nancy Tanner —la llamó una azafata de ese país—. Tienes una llamada urgente desde Londres Heathrow. Dicen que es urgente.

— Entiendo, gracias —ella secó sus manos, antes de ir al área de la administración—. Hola, se me informó que tengo una llamada desde Londres…

— Sí, es algo delicado —le indicó el hombre que se sentara—. Hay un vuelo que la llevará en este momento hacia su destino.

— No entiendo nada…

— Está en la línea la persona que quiere hablar con usted.

No entendía a que se estaba refiriendo con eso, pero al ver que esas personas estaban mirándola, no era nada bueno lo que ocurría y su corazón estaba latiendo con mucha rapidez, puesto que en la única persona que podía confiar era en su hijo Joshua.

— ¿Hola? Habla con Nancy Tanner…

— Señora Tanner… —le cortó la chica al otro lado de la línea—. Ha surgido algo que nos tiene altamente preocupados, si es posible, necesitamos que usted esté de regreso lo antes posible en Londres.

— No entiendo…

— Su hijo no está en la guardería —soltó la mujer, en un tono cansado—. Ya se le informó…

— ¿Cómo que no está en la guardería? —susurró a punto de desmayarse—. Esta mañana lo dejé allá… es imposible.

— Estamos revisando las cámaras de seguridad, sin embargo, es imprescindible que venga de inmediato a Londres…

Ni pudo terminar de escucharla, se levantó de un salto de la silla. Lo primero que pensó en ese momento fue que a lo mejor su amiga se lo había llevado, pero recordó que ella tenía turnos pesados y que no iba a poder hacerlo. Aparte de eso, su amiga siempre le decía que se lo llevaría en la guardería. La sensación de peligro regresó, las cosas que hizo años atrás estaban de regreso o eso es lo que su mente quería imaginarse, puesto que no entendía nada.

— Un vuelo saldrá ahora a Londres —le informó uno de los guardias—. Venga conmigo, por favor.

Incluso alguien había ido a llevarle el equipaje para hacer todo más fácil. Estaba en un estado tan ido, que no escuchaba nada de lo que las personas le decían. Una mujer le dijo unas palabras que no entendió tampoco, alguien hasta se animó en ponerle el cinturón de seguridad lo mejor posible, y ella seguía más allá que acá.

Su hijo estaba desaparecido, no había una sola persona que supiera en dónde podía estar. Sus pensamientos, nuevamente, estuvieron con que la gente del orfanato del cual se lo robó años atrás se lo llevaron como recompensa por su robo, sin embargo, no podía siquiera imaginarse en las cosas que él estaría pasando en esos momentos.

Cuando el avión pisó tierra londinense, salió disparada del avión, corriendo aún con los tacones, hasta el lugar donde se suponía que tenía que estar su hijo.

— ¿Cómo es posible que mi hijo haya desaparecido? —agarró de los hombros a la mujer que tenía que cuidarlo—. ¡Que alguien me diga! —sollozó—. ¡Tenía que cuidarlo!

— Señora, cálmese un momento… —le dijo el director, con voz suave—. Su hijo salió de nuestra estancia sin que nadie pudiera verlo.

— ¿Qué? —su voz se quebró—. ¿Cómo que se fue? —miró al hombre—. ¡Es un niño de cinco años! —levantó la voz, sin importarle que los padres que dejaban a sus hijos en esa guardería la escuchara—. ¡Quiero a mi hijo!

— Salió sin supervisión…

— Quiero ver las cámaras de seguridad, porque mi hijo no es ningún delincuente —masculló queriendo golpear a la cuidadora, por su tono descuidado al hablar—. No sé si tenga hijos, pero él es todo lo que tengo en la vida. No me importa nadie más y si tengo que matarla, lo haré.

— Eso es…

— ¡Pues busquen a mi hijo! —volvió a gritar—. Lo quiero de regreso… —un sollozo lastimero escapó de sus labios—. Él no se iría así como así, lo sé…

— Venga con nosotros —le indicó el director.

Ella siguió al hombre, olvidándose hasta de lo que le dijeron en el curso de ética profesional, le daba igual cualquier cosa en ese momento. Su hijo era lo primordial en ese momento. Se llevó una mano al pecho, sintiendo que en cualquier momento iba a salírsele de su lugar, sin embargo, mantuvo la calma cuando le hicieron ver que efectivamente él había salido junto con una mujer. La conocía, por ella su enamoramiento años atrás se fue en picada o bueno, fue una de las mujeres que en su momento le hicieron ver que jamás podría tener algo con Niklas Lemann.

Aun así, viendo las grabaciones de la guardería, no podía echarle del todo la culpa a su hijo, puesto que ellos tenían que mantener una estricta vigilancia y no dejarlos ir solos ni siquiera al baño.

— Ya ve que…

— Es un niño de apenas cinco años —cortó de manera brusca—. Y… y… —sus palabras no lograban salir bien—… por la hora, veo que no le dio sus medicamentos.

La mujer se puso roja de la vergüenza, todo el personal de la guardería estaría en serios problemas por eso. Nancy era una de las mejores azafatas de su promoción, nadie podía igualarse a ella. El miedo que sentía en ese momento, no era bueno, si su pequeño estaba desaparecido, a lo mejor…




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