Con los ojos del alma [serie Arévalo #2]

Capítulo 24

-¿Marco?- él sostenía al bebé entre sus brazos.

- lo siento, creo fue la emoción de tenerlo entre mis brazos, siempre me gustó ese nombre para mi primer hijo, me dejé llevar - sonreí.

- me gusta el nombre que le pusiste, así se llamará - Sébastien no contestó estaba muy feliz con Marco en sus brazos.

Una enfermera se acercó y le quito a Marco, mi querido Sébastien no se lo tomó muy bien.

- ¿cómo estamos seguro que el bebé estará bien y nadie entrará a robárselo? - mordí mi labio inferior, me daba cuenta que Sébastien era sobre protector - yo c escuchó las noticias y han salido casos de robos de bebé - la pobre enfermera estaba roja de la pena - le encargo a Marco y sepa que usted responde por él, no lo puedo ver pero con mi tacto puedo reconocerlo.

- sólo voy a dárselo a la madre para que lo alimente- la pobre mujer suspiro de alivio cuando me lo entregó.

- es precioso mi nieto, se parece a los gemelos cuando nacieron - Don Víctor se puso serio y cerró los ojos - que descuido más grande, no avisamos a Salomón del nacimiento de su hijo - me sentí culpable porque olvidé por completo que él debía estar ahí - lo llamaré ahora mismo.

- padre, Lena necesita descansar, avísale mañana mejor - don Víctor me miró y luego a Sébastien.

- muchacho di mejor que quieres estar a solas con Lena y Marco, no soy tonto y tranquilo Sébastien comprendo tu deseo de estar con tu recién adquirida pequeña familia, porque puede ser hijo de tu hermano pero a cómo van las cosas me doy cuenta que mi nieto crecerá contigo.

- Gracias papá por ser compresivo- mis ojos recorrieron a mi hijo, era precioso, no sé dicen por ahí que los hijos para sus madres son la más bello en el mundo y tenía ese sentimiento.

Mi hijo tomó mi pezón y se centró en beber, la maravilla de la naturaleza, darnos el regalo de poder traer hijos al mundo, suspiré.

-¿Lena, el bebé está bien?- recorrí a Sébastien con mis ojos, y veía la preocupación genuina en su rostro, el amaba a mi hijo.

-lo está, sólo está alimentándose con muchas ganas.

El sonrió.

-Sébastien vamos a esperar a Lena y a Marco en la habitación donde estarán.

El se mordió el labio y dudo.

- ¿estarás bien? - miré a don Víctor quien tenía una cara divertida.

- ya me llevarán Sébastien, no te preocupes estaremos bien.

- Sébastien, vamos - tomó su mano y la puso en su hombro, los vi salir de la habitación y sonreí, él era sobre protector con su sobrino, me imaginaba como seria con un hijo propio.

Hay que conocer un poco de SALOMÓN.

Me sorprendí al no encontrar a papá ni a Sébastien en el comedor.

El ama de llaves me sirvió el café con una gran sonrisa.

- debe sentirse feliz Sr. Salomón por el nacimiento del bebé - fruncí el ceño, aún faltaba un mes para que naciera.

-¿pasó algo para que el bebé se adelantará?- ella se encogió de hombros - ¿el bebé está bien?- se quedó pensativa y yo estaba ya impaciente con su manera lenta de pensar para responderme, no soportaría la pérdida del bebé, mi alma sufriría.

Apreté la mandíbula al ver entrar a Laura, esa mujer no la soportaba, me arrepentía cuando en una de mis borracheras desahogué mis penas en medio de sus piernas.

- Buenos días - desvié la mirada cuando se inclinó para que pudiera ver el escote profundo que llevaba, se le veía hasta el ombligo.

- me retiro - me levanté pero la mente de Paula ya entró en funcionamiento demasiado tarde.

- ya recordé, el bebé está bien, don Sébastien y don Víctor están con él - sentí que me tensé y miré a Laura que me miraba con furia.

- así que ya nació, y lo más asombroso es que Sébastien está con ella, que rápido olvida que por su culpa mi prima estuvo a punto de morir y mató al bebé.

Esas palabras eran un tormento para mi, Sébastien me lo habían estado pintando como un completo asesino.

Entró Natalie, con su rostro dulce y esa cabellera rubia que enmarcaba su belleza, siempre la admiré, siempre la amé sólo que lo supe cuando ya era tarde y era la prometida de Sébastien.

- ¿qué pasa? - me perdí en sus ojos azules, ella era como una sirena pero las de las leyendas reales, las que tomaban la voluntad del hombre y hacían lo que querían con ellos hasta que los conducían a la muerte.

- Buenos días - mi cuerpo reaccionó cuando se pegó a mí.

- Natalie, pensé que no recordabas - sus labios cerezas se acercaron a mis labios.

- tú me hacías el amor como nadie, ¿Crees puedo olvidar como sentía mi cuerpo cuando tú lo poseías?

Laura se levantó molesta.

- me prometiste que te mantendrías alejada de él, sabes que Salomón ahora es mío - me separé de Natalie, me hacían sentir como un hueso que estaba siendo peleado por dos perros.

- no soy de nadie- la vi a los ojos.

- ¿amas a esa estúpida?- hice una mueca ante la pregunta de Natalie, todos estos años la tuve en un altar pero la presión de Laura todos los días, me estaban cansando y provocando en mi un rechazo hacia Natalie y todo lo que tuviera que ver con ella.

- tú estás aquí por mi hermano, no importa si amo o no a Lena - Laura se me acercó molesta y clavó sus ojos verdes en mi cara.

- aquí no importa Natalie, soy yo la que importa, tú me buscaste y no puedes negar que te di tanto placer, que estoy segura mejor que Natalie.

Hice una mueca.

- para cualquier borracho un mal polvo puede saberle a gloria - su mano se estrelló contra mi mejilla.

- mereces la muerte de tu hijo, he disfrutado cada momento que te he visto derrotado, odiando a tu hermano porque él lo mató - su rostro era pura maldad - lo mejor hubiese sido que está idiota no hubiera tratado de evitar el accidente, así tu hermano y tu hijo estarían muertos- palidecí antes sus palabras, Natalie se dio la vuelta y estaba buscando a salir del comedor.

- detente- se detuvo pero seguía dándome la espalda.

-¿quién conducía? - ella se giró y con una sonrisa macabra por primera vez me dijo la verdad.




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