Con los ojos del alma [serie Arévalo #2]

Capítulo 9

El gritó me despertó, me quedé quieta en la cama, hace días atrás había descubierto que el cuarto de Sébastien estaba cerca del mío.

Me sentía inquieta, deseaba ir a averiguar si estaba bien, su sufrimiento era tal que ni dormido estaba en paz.

Aparté las sábanas y me levanté, salí de puntillas del cuarto, me dirigí hacia su cuarto, cerré los ojos al oírlo sollozar, no sabía qué hacer.

Abrí la puerta suavemente y mis ojos trataban de acostumbrarse a la oscuridad.

Vi la cama y caminé hacia ahí, el sollozo era más débil, solo me aseguraría que él estaba bien y me marcharía.

Encendí la lámpara de noche y el estaba de costado, sus ojos estaban cerrados y sus mejillas estaban manchadas de lágrimas, nunca imaginé ver en ese estado a Sébastien, me tranquilicé al ver que el llanto llegó a su fin, no sé cuánto tiempo tenía de estar de pie junto a él.

El se movió y me di cuenta que seguía dormido, mis ojos se detuvieron en sus labios, deseaba rosarlos con los míos, la tentación era tan fuerte, vi en su mesita de noche un frasco de pastillas para dormir, me imaginaba que don Víctor se las había dado para que él pudiera descansar.

Me mordí el labio, si había bebido las pastillas era probable que despertará hasta el día siguiente, sin pensarlo me acerqué a él, bajé mi rostro y me sentí en la gloria al sentir al fin sus labios.

Me sentía como una ladrona por haberle robado un beso pero era una ladrona feliz.

Salí del cuarto y me sentía feliz, había besado a Sébastien.

A la mañana siguiente bajé tarareando una canción, al entrar al comedor me di cuenta que Sébastien estaba sólo.

- Buenos días - saludé - ¿y don Víctor?- me senté.

- dijo que le urgía hacer unas diligencias, espero no te moleste tener sólo mi compañía - mastique mi primer bocado, no tenía ánimos para discutir, todo había amanecido de color rosa para mí.

- me agrada tu compañía - sonreí al ver como el vaso de jugó quedó en el aire, Sébastien estaba sorprendido.

- no lo imaginé, siempre pensé que si tenías oportunidad envenenarías mi comida - seguí con mi mirada la dirección del vaso, bebió su jugo y con la lengua quito restos de sus labios.

Me sentía una acosadora a punto de saltar sobre su presa, debían ser las hormonas del embarazo que me tenían bajo la fiebre del deseo por Sébastien, mis mejillas ardieron de vergüenza.

Me aclaré la garganta

- eh no, puedes comer tranquilo - lo vi sonreír y se secó mi garganta.

-es una agradable noticia saber eso.

Seguimos comiendo en silencio creo que si Sébastien pudiera ver lo tendría rojo de vergüenza por las miradas que le lanzaba.

- yo... me retiró - me levanté rápidamente pero me detuve -¿hoy escribirás?

El negó con la cabeza y apretó los puños.

- no tengo nada en la cabeza, solo basura que a nadie le gustará ver.

-¿a qué te refieres?- él se movió.

- Lena, lo que yo escribo son libros para una editorial que trabaja de la mano con el cine y los vuelven guiones para películas, ¿no lo has notado?- me mordí el labio.

- lo siento no lo sabía - el asintió.

- no importa, creo que al paso que voy seré historia - no pude evitarlo y me acerqué a él para poner mi mano sobre la suya.

Él se tensó pero no la apartó y me alegré que no me rechazara.

- todos los escritores tienen bloqueo, no se mucho de libros o guiones pero lo que he digitado me parece muy bueno.

El se giró aunque sabía que sus ojos no me veían.

- Gracias Lena, honestamente no esperé tener una charla así contigo, creo ambos siempre estamos con las armas listas.

Tenía que salir de ahí, moría por besar su boca, ya sabía lo que era sentir su tacto pero moría por un beso de verdad.

El apretó mi mano como agradeciéndome y fue mi muerte porque mi cuerpo se estremeció y me acerqué a él, no pensé y impulsivamente lo besé, sentí que titubeo pero abrió su boca y por fin supe lo que era ser besada por Sébastien el hombre amargado que me sacaba de mis casillas.

No supe a qué horas él se puso de pie y me estrechó a su cuerpo, aunque no tanto como yo quería por mi pancita.

El se apartó bruscamente y jadeaba.

- Lena...esto no puedo volver a suceder, sea lo que sea lo que te impulso a besarme no vuelvas a hacerlo, no soy lo que piensas - extendió su mano y no me aparté, deje que sus dedos tocarán mi piel, toco mi cabello que lo llevaba suelto y siguió con sus dedos el largo de mi cabello, noté que tenía cerrado los ojos.

- ¿qué haces? - pase mi lengua por mis labios.

- casi conociéndote, si has notado mis dedos no han recorrido tus ojos, tus labios, aunque mis dedos mueren por hacerlo para tener una imagen en mi mente de cómo eres Lena - me acerqué más a él.

- hazlo, conóceme - él apartó su mano y negó con la cabeza.

- no, es mejor así, yo no soy bueno para nadie y olvida lo que pasó hoy - se giró y salió a paso lento apoyado de su bastón de ciego del comedor.

Toqué mis labios con mis dedos y cerré los ojos y salí de ahí.

Me encerré en mi cuarto y decidí pasar el día ahí.

Había olvidado que Sébastien estaba comprometido, cerré los ojos y no supe a qué horas me quede dormida.

Cuando desperté me di cuenta que había dormido todo el día, me cepille el cabello y los dientes.

Antes de buscar comida iría a la biblioteca a hablar con Sébastien, bajé y toque la puerta de la biblioteca al escuchar el pase, entre a la biblioteca que por primera vez no estaba tan oscura, Sébastien estaba detrás del escritorio, sentí como si me miraba detrás de sus gafas de sol, algo absurdo porque él estaba ciego.

- necesito que hablemos - él no dijo nada solo se levantó y camino hacia mí, sin el bastón.

-yo... - murmuré y mis palabras fueron calladas por el beso que me dio, protesté suavemente porque este beso no era para nada delicado, sus fuertes brazos me estrecharon más fuerte que en la mañana y creo que por eso no sentí casi nada.




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