Azul Profundo

Capítulo 15. Al norte del pensamiento

Caminaban en completo silencio, se notaba que Leonardo estaba molesto por Amairany. Aquel gesto violento no era algo habitual en su vida.

—¿Estás bien? —preguntó Raúl

—¡Qué voy a estar bien! —exclamó Leonardo con rabia—. No me soporto más a esa loca de Amairany, esto es muy sospechoso.

—La conozco bien, está molesta, esos detectives la sacaron de sus cabales, no debió golpearte.

—¿Falta mucho para llegar a tu casa?, ya estoy muy cansado —dijo Leonardo desviando la naturaleza de la conversación, Raúl negó e indicó la siguiente cuadra, por la mente de Leonardo solo venía la idea de largarse de ese bendito pueblo. 

 

Al llegar a casa de Raúl, Leonardo notó que aquella casa era diferente a la de Alyssa, el estatus social entre ambos era diferente y evidente. Tal era la observación de Leonardo, que Raúl tuvo que explicarse

—No pienses que iba a traer a Alyssa a vivir a este lugar —dijo el joven

Leonardo hizo un gesto de duda

—Yo no estoy preguntándote al respecto.

—Pero lo veo en tu cara, seguro piensas que soy un fracasado, que jamás le daré una buena vida a Alyssa —dijo Raúl vulnerable

—Yo no pienso nada de eso, Raúl.

—Viviremos por un mes en casa de sus padres, solo un mes —dijo Raúl con énfasis—. En lo que nos dan una casa que compré, muy cerca de la de sus padres. Gasté mucho dinero para comprarla, desde que conocí a Alyssa comencé a ahorrar para comprar una casa, sabía que ella merece lo mejor.

Leonardo no dijo nada. Tomó asiento en la pequeña sala, Raúl caminó a una de las habitaciones y comenzó a ordenarla. Leonardo veía la televisión, mientras revisaba su teléfono celular, tenía un mensaje de su hija Fanny, le preguntaba acerca de cómo estaba, el hombre atinó a escribir que estaba bien. Tenía poca comunicación con su hija, la quería mucho, pero la distancia siempre había sido cruel con ellos, ella en el mediterráneo y él en México, era imposible convivir con naturalidad.

«El amor es libertad y paz» pensó Leonardo, pero también meditó si ese mismo pensamiento lo compartía ahora: solitario y sin nada que perder, ni ganar, buscando a un fantasma que, aunque se negaba admitir, estaba dándole un atisbo de emoción que lo hacía sentir vivo.

 

Raúl apareció en la sala, llevaba consigo dos botellas de cerveza, ofreció una a Leonardo, luego incitó a su acompañante a salir afuera, se sentaron en el borde de la banqueta. Hacía un frío intenso, el cielo estaba nublado con un color grisáceo, parecía que pronto comenzaría a llover. Ambos hombres bebieron su cerveza, Leonardo la bebía por ofrecimiento, le sabía terrible, estaba tan helada que le provocaba más frío.

—Si hubiese podido, no hubiera regresado —dijo Raúl, Leonardo se sintió intrigado—. Este pueblo no tiene sentido para mí, si Alyssa no está aquí.

—Lo imagino.

—Quería casarme con Alyssa, tener hijos y vivir feliz, parecía algo tan simple de cumplir, no sé en qué momento se me volvió una utopía —dijo Raúl con dolor—. Sé que Alyssa me ama, pero nunca entendí por qué te ama más a ti.

Leonardo no quería decir nada, sentía lástima por el muchacho, cuyo semblante era de un perdedor de corazón roto.

—No sé si algún día volveré a verla, pierdo la esperanza y con ella me pierdo a mí mismo, veo un camino oscuro en mi futuro del cual no puedo escapar.

—Venga Raúl, todo va a estar bien, Alyssa volverá, se casarán y todo tendrá sentido —dijo Leonardo desistiendo de todos sus planes antiguos, para convencerse a sí mismo de que el lugar de Alyssa era al lado de ese joven

—Ojalá —dijo Raúl para terminar de beber su cerveza—. El amor es una mierda, Leonardo, la verdadera fortuna, la buena suerte radica en ser amado por la persona que amas, suena fácil, pero solo muy pocos lo logran.

—¿Qué sucede con Amairany? —preguntó Leonardo—. ¿Dónde estuvo durante ese tiempo que se negó a decir a la policía?

—Amairany es mi mejor amiga, ella jamás me lastimaría.

—Ella te ama, tú lo sabes, el despecho puede sacar lo peor de cualquier persona.

—Sí, puede ser, pero, ¿Olvidas que vimos a Alyssa en un video, tan solo un día después de su desaparición?, demuestra la inocencia de Amairany.

Leonardo se quedó perplejo, había olvidado aquel video, ahora sentía tranquilidad y al mismo tiempo se sentía mal por la forma en que había tratado a la joven

—Hay que entregar el video a la policía —dijo Leonardo

—No lo sé, esperemos, porque si entregamos el video podríamos tener problemas con el banco del Villar.

Para Leonardo aquello tuvo sentido, después de todo parecía que la policía iba a dejar en paz a Amairany. Ambos hombres decidieron volver a la casa, ya era de noche y se fueron a dormir

—Avísame si necesitas algo —dijo Raúl

—Sí —Leonardo ingresó en la habitación.

Espió aquella recámara con frialdad, era pequeña, y tenía una ventana que apuntaba al norte del pueblo, había comenzado una helada llovizna y la oscuridad vestía las calles. Leonardo se dirigió al cuarto de baño, apenas había una ducha, se desnudó y abrió la llave de la regadera, el agua fría comenzó a correr hasta volverse caliente, lavó su pelo y su cuerpo, a pesar de sus cincuenta años seguía siendo atlético y fuerte, era la recompensa de vivir una juventud ejercitada.




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