Azul Profundo

Capítulo 14. ¿Dónde está Alyssa?

Amairany estaba sentada en una silla incómoda, tenía sus codos recargados sobre una mesa, frente a ella había una ventana de cristal que la reflejaba, pero sabía que detrás debían estar los detectives observándola. Sobre la mesa había una botella de agua que la joven se negó a beber, ni tocar, era cuidadosa, conocía como se las gastaba la policía para recabar sus pruebas. Sí, ella había sido una policía que nunca pudo ascender a detective, siempre culpaba a su jefe, pero no pasó las pruebas requeridas, enojada, renunció a su puesto.

Vivía de la renta de una quinta que tenía en Pueblo del Centro, alquilándola para eventos sociales.

La detective Arias entró en la habitación, llevaba cargando un café, meneaba su larga trenza oscura, una vez que se sentó miró con suficiencia a la joven, esbozó una cálida sonrisa en sus gruesos labios

—¿No tiene sed, señorita Lagos?

—No. Tengo prisa, llevó casi una hora aquí —dijo Amairany molesta

—Lo lamento, hemos tenido un día ajetreado.

—Conozco sus prácticas, sé cómo hacen para fastidiar a la gente y obtener información falsa.

Arias negó y bebió su café

—Que lamentable que no haya pasado el examen psicológico para el puesto de detective, me temó que hemos perdido a un gran elemento —dijo Arias con ironía

Amairany se enfadó

—¿Va a comenzar el interrogatorio?

—¡Ah, sí! —exclamó Arias, sonriente, enderezó su posición y miró a la joven—. Dígame, señorita Lagos, ¿Dónde estaba y qué hizo el día de la desaparición de Alyssa Gante?

Amairany tragó saliva

—Ya lo había dicho antes, ese día desperté y fui a correr como siempre, por la tarde tuve una comida con Raúl, y estuve en la tienda O´ligans, compré un vestido para la boda. Por la noche estuve en mi casa, cené, y pasadas las diez de la noche tuve un malestar, padezco gastritis, mi medicamento se había terminado, decidí ir a la farmacia a comprarlo, luego regresé a mi casa a dormir.

Arias estaba intrigada

—¿A qué hora regresó de la farmacia?

—No lo sé —dijo Amairany—. Me habré tardado algunos minutos en volver, quizás antes de la once…

—Es raro, señorita Lagos, su casera sí lo recuerda, y ella dijo que usted regresó a su casa pasada la media noche.

Amairany asombrada de lo que decía se había quedado sin palabras.

—No lo sé, no lo recuerdo, quizás se tardaron en atenderme en la farmacia.

—Pero no es así, la cámara de la farmacia nos indica que duró apenas seis minutos dentro del local.

Amairany frunció los labios

—Pues quizás caminé más lento, no lo sé.

—Usted es amiga de Raúl Medellín, conoce también a Alyssa Gante, asistió a su casa múltiples veces, ¿Cierto? —Amairany asintió—. Quizás alguna vez vio donde escondían la llave de reemplazo, y quizás también supo cómo cortar los cables de la cámara de seguridad que apunta a la puerta de entrada.

—¿Qué está insinuando? —preguntó Amairany exasperada

—¿Yo?, nada, solo dígame que hizo durante esa hora y treinta y nueve minutos.

—¡No lo recuerdo!

—Eso es muy sospechoso, señorita Lagos.

—¿Me está acusando de algo?

—No, solo sacó conjeturas, después de todo medio pueblo piensa que usted es la amante de Raúl Medellín.

—¡Eso no es cierto! —dijo Amairany

—Ah, ¿No?, ¿Entonces por qué escaparon juntos?

—No escapamos, hicimos un viaje de retiro espiritual.

—Pero, todos saben que usted siempre ha estado enamorada de Raúl Medellín.

—¡Esa es mi vida personal y no la discutiré con usted! —dijo furiosa

—¿Y con quién sí?, ¿Con Alyssa Gante?

—¿Qué?

—Usted ha dicho que no discutiría su privacidad conmigo, ¿Acaso alguna vez discutió con Alyssa Gante sobre Raúl?

—No.

—Salomé Gante opina lo contrario, ella asegura que usted y la señorita Gante han tenido severas discusiones por el señor Medellín, incluso, usted le confesó una vez que amaba al señor Raúl —Amairany se quedó callada.—. ¿Cómo describiría su relación con Alyssa Gante?, ¿Amistosa o fatal?

—Yo soy amiga de Raúl, no de ella.

—¿Consideraba a Alyssa Gante como su enemiga?

—Estoy cansada, dije todo lo que quería, quiero irme.

—No me ha dicho donde estuvo esa hora y media aún.

—No lo sé, me quedé sentada en el parque esperando a que el dolor me pasara —dijo dudosa

—Puede ser… o quizás no, quizás usted caminó hasta la casa de los Gante, cortó el cable de las cámaras, tomó la llave debajo de la alfombra, abrió la puerta y encontró a Alyssa en el jardín, discutieron y una cosa llevó a la otra y finalmente, dígame, señoritas Lagos, ¿Dónde está Alyssa Gante?




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