Al Ritmo de la Química

CAPÍTULO 47. Bienvenida a casa

Tan solo habían pasado algunos días desde que Cameron se había ido, para ser más exactos cinco. Si, los estaba contando y no sabría admitirles si eso ayudaba o empeoraba las cosas, pero finalmente lo hacía.
En fin, para resumir, los primeros tres días me había negado completamente a salir de casa, se que sonaba estúpido, ya que no habíamos terminado, pero muy dentro mío lo sentía algo así. Aquellos días me los había pasado leyendo y durmiendo, además de agregarle las necesidades básicas como comer, ir al baño y ducharme.
Todos los días había hecho videollamada con Cam, y siempre procuraba hacerlas después de bañarme para estar mucho más decente y que no sospechara absolutamente nada de lo que en realidad estaba pasando. 
El domingo papá me sorprendió con una de las mejores noticias que podía haber recibido en aquel momento, el miércoles viajaríamos a Puerto Madryn, todos, para pasar tanto Noche Buena como Navidad allá. 
Ni bien me había enterado de esa noticia, llamé a mis mejores amigos y les conté, ellos se pusieron completamente felices de que volviera a allí. Realmente, a pesar de haber pasado un increíble año en Buenos Aires aún extrañaba mi ciudad, el mar, esas increíbles vistas que te asombraban cuando la conocías por primera vez y ni hablarles de la posibilidad de poder ver las hermosas ballenas que aparecían desde mayo a diciembre o los delfines que estaban de diciembre a marzo, entre miles de especies marinas que había a lo largo de cada temporada. 
El lunes me había levantado temprano porque Lucas me pidió que lo acompañara a inscribirse a la universidad, aún no le había preguntado que carrera estudiaría pero si sabía que iríamos a la misma facultad. 
A eso de las diez me había mandado un mensaje diciéndome que estaba en camino por lo que me apuré a desayunar. Cuando escuché su bocina dejé todo en el lavavajillas, tomé mi mochila, mis llaves y salí de casa.
— Buen día. — dije mientras entraba al auto. 
— Hola Em, ¿todo bien?
— Si, un poco cansada. — admití refregándome los ojos.
— Ay perdona, no fue mi intención levantarte temprano. — se disculpó. 
— Tranquilo, no es tu culpa, ayer me quedé viendo una serie hasta tarde. — le expliqué mientras me colocaba el cinturón de seguridad. Él aceleró porque no debíamos demorarnos en llegar.
— ¿Cuál? — preguntó luego de unos segundos.
— Merlí. 
— ¿No la habías visto? — preguntó sorprendido y negué con la cabeza. — Es lo más esa serie, me encanta. 
— Es verdad, ya voy por la tercera temporada. 
— ¿Es en serio? — asentí. — ¿Cuándo la empezaste? 
— El jueves. 
— Ah, esta bien. Además no saliste de casa hasta hoy, según lo que me dijeron.
— ¿Quién fue? — pregunté mirándolo.
— Simón. — dijo y lo miré sorprendida. —  El hecho de que no hayas salido de casa y no te quisiste juntar con nosotros no quiere decir que no nos hayamos juntado.
— Bueno, tienes razón. Pero tendré que hablar seriamente con Simón. — dije y él rio. 
******
— No puedo creer que me lo hayas ocultado todo este tiempo, maldito tramposo. — dije mientras lo empujaba.
— Es que no me decía entre si esa o Ingeniería Civil, pero me gusto más Arquitectura. — dijo él encogiéndose de hombros.
— Pero podrías haberme dicho las dos opciones que tenías. — dije recriminándole. Lucas acababa de anotarse en Arquitectura, al igual que yo y me lo había ocultado por todo este tiempo. Se que se estarán preguntando como haría con matemática, debido a que no era el mejor de la clase al igual que Cam, pero según él se las arreglaría, además de que me tenía de compañera a mi y "lo ayudaría a prepararse para cada examen". 
— Vos tampoco me preguntaste. — respondió él y no pude protestar más ya que tenía razón. Minutos después de haber salido del estacionamiento de la universidad el celular de Lucas comenzó a sonar, me pidió que atendiera y sin mirar quien era, hablé. 
— ¿Hola?
— ¿Emma? — respondió una voz demasiado conocida.
— ¿Cameron? — despegué el celular de mi oreja y lo confirmé, era Cameron.
— Si, soy yo. ¿Acaso no viste quién era el que llamaba?
— No, atendí sin más. — admití.
— ¿Por qué atendiste vos? ¿Le pasó algo a Lucas?
— No pasó nada, esta al lado mío, manejando. 
— ¿Me lo pasas por favor? Necesito hablar con él.
— Ahí te lo paso. — dije mientras le hacía seña a él, Lucas encontró un lugar para estacionar y puso las balizas.
— Gracias, más tarde hablamos. 
— Esta bien. — dije y le pasé su celular.
***********
— Cuídate, avísanos cuando llegues y mándale un saludo a Pilar y a Nicolás de nuestra parte. — Sara, Nacho, Lucas, Simón y Agus me sorprendieron al mediodía con unas pizzas para que almorcemos. Habían querido venir a despedirse aunque sólo me fuera por una semana.
— Se los prometo, quédense tranquilos. — les aseguré. — Si quieren el 25 podemos hacer videollamada, todos. — ofrecí.
— Si, me encantó la idea, hagámoslo. — dijo Sara entusiasmada. 
— Genial. — sonreí. — Gracias por haberse tomado el tiempo de venir a despedirme, aunque no hacía falta.
— Siempre es necesario. — dijo Sara. — Además de que no vas a poder salir con nosotros en Navidad. — admitió con tristeza.
— Pero si en Año Nuevo. — inquirí. 
— Tienes razón. — respondió.
— Bueno, vayámonos ya que Emma tiene que terminar de guardar sus cosas. — dijo Simón interrumpiendo aquel momento. 
— Nos vemos chicos. — dije.
— Adiós Em, buen viaje. — dijeron todos y nos fundimos en un abrazo.
******
Estamos a media hora de que el avión saliera, nos encontrábamos en la sala de espera junto a todos esas personas, que al igual que nosotros, iban a abordar aquel vuelo. 
Me separé de mi familia y me dirigí hacia un Starbucks a comprar algo para beber, estaba algo sedienta y también ansiosa por volver.
Después de comprar mi Frappuccino de dulce de leche, decidí caminar un poco por el pequeño aeropuerto para despejar la mente, cuando mi celular comenzó a vibrar. Lo agarré y vi que era una videollamada de Cameron, saqué mis auriculares, los conecté y atendí. 
— ¿Por que tardaste en responder? — preguntó.
— Hola a vos también, tranquilo celoso, me estaba poniendo los auriculares para poder escucharte bien, hay demasiado bullicio. 
— Perdona. ¿Estas en el aeropuerto, no? — preguntó, asentí pero me percaté de algo al momento.
— ¿Cómo lo sabes? — le pregunté. 
— Que no me lo hayas dicho vos no quiere decir que no me entere. — respondió y si era cierto, accidentalmente había olvidado decírselo. 
— Perdona, se me había pasado. Además de que estos días no hablamos mucho porque estuve desbordada con esto, papá me lo dijo a último momento.
— Esta bien rubia, no tienes porque disculparte. — dijo. — ¿Y tu familia?
— Papá y Santi están en la puerta de embarque junto a mis tíos y mi primo, yo me vine a comprar una bebida y a salir un rato de esa zona, porque aún quedaban... — miré la hora del celular y mis ojos se abrieron como platos. — ... Maldición quedan cinco minutos. Ahora te llamo. — le dije y corté. Me dirigí rápidamente a la zona de embarque cuando vi a mi papá mirando para todos lados y el resto de mi familia en la fila esperando. Como si sintiese mi presencia, papá me vio y noté que no estaba para nada contento. Fui hacia la fila y me quedé allí antes de que se acercara a retarme.
— ¿Donde te habías metido? — me preguntó.
— Tardaron en atenderme y Cameron me llamó, también. Lo siento.
— No te disculpes, pero la próxima vez fíjate un poco más. — dijo y asentí. 
Tomé mi celular y decidí disculparme con el morocho.
Emma: Perdón por eso, papá se enojó y por las dudas no quiero volver a llamarte. Cuando llegue y me instale, hablamos.
Cameron: Esta bien rubia. No pasa nada, más tarde hablamos. Buen viaje✈️
Nos acercamos hacia las azafatas, entregamos nuestros pasajes y entramos en el avión. Nos ubicamos en nuestros respectivos asientos, para mi mala suerte me había tocado un asiento sola, debido a que papá compró los pasajes algo tarde, por lo que no compartiría con nadie de mi familia. 
Me coloqué mis auriculares y busqué algo de música en una de mis playlist. De repente una mano me tocó el hombro y me tomó completamente desprevenida, haciendo que pegara un pequeño salto.
— Disculpa, no fue mi intención...
— No, no. Esta bien, yo estaba con la música alta. — dije y lo miré por primera vez. Era un chico, que debía tener unos años más que yo, alto, tenía el cabello marrón, sus ojos del mismo color y usaba lentes. — Tienes el asiento... — dije tartamudeando. ¿Desde cuando me sucedía aquello?
— De al lado de la ventana. — terminó por mi. 
— Perdona. — me levanté, él me hizo lugar para que saliera al pasillo, se metió y luego le seguí, sentándome de nuevo en mi asiento. 
— Gracias. — respondió.
— De nada. — le sonreí y volví a colocarme mis auriculares. 
— Disculpa. — volvió a interrumpir y me los quité. — ¿Como te llamas?
— Emma. — dije estirando mi brazo. — ¿Y vos?
— Sebastián. — estiró la suya y las estrechamos.
— Mucho gusto. 
— Igualmente. — respondió con una amplia sonrisa. — ¿Es la primera vez que viajas a Puerto Madryn?
— No, en realidad viví hasta este año allá, pero a fines de febrero me mudé a Buenos Aires y ahora vuelvo para pasar las fiestas con mi familia y amigos. ¿Vos vas solo?
— No, mi familia tiene una tradición de pasar una de las fiestas en un lugar distinto, este año tocó Navidad en Puerto Madryn, ellos están sentados más adelante porque habían reservado los pasajes hacía un tiempo, yo me sumé hace unos días y por eso quedé en uno de los lugares que sobraba. 
— Debe ser divertido pasar alguna de las fiestas en otro lugar completamente distinto al que vivis. — admití.
— Lo es, aprendes mucho de las culturas, si es que vas a otros países o de nuevas tradiciones y formas de celebrar que tienen en otras provincias de acá. — respondió con una sonrisa. — ¿Y qué tal te trató Buenos Aires?
— Muy bien la verdad. Admito que al principio se me hizo un poco extraño acostumbrarme a no estar en el colegio con mis mejores amigos y mis compañeros, pero poco a poco me fui acostumbrando, además de que tuve la suerte de conocer algunos chicos increíbles que se convirtieron en mis amigos. 
— Que bueno, me alegro muchísimo. — dijo. — Te puedo preguntar algo si no te molesta, obvio. 
— No hay ningún problema. 
— ¿Cuántos años tienes? — preguntó.
— 18.
— Parecías más grande. — rio.
— Siempre me dicen eso ¿vos?
— 20. 
— Ah, no es tanta la diferencia. — dije y él negó. — Entonces asumo que vas a la universidad.
— Si, así es. Estudio Ingeniería Civil.
— ¿Es en serio? — lo mire sorprendida. — Yo hace unos días me inscribí en Arquitectura.
— Wow, que casualidad. Es hermosa esa carrera, un amigo la está haciendo y las presentaciones y maquetas que hace, son simplemente increíbles.
— Si, siempre me gustó el dibujo y cuando era chica hacía mis propios planos de casas, me fascinaba. Ahora cada tanto uso los Sims 4 y les construyó las casas desde cero. — le confesé y el rio.
— Ya que lo dijiste tengo que admitir que también lo hago en mi tiempo libre. — confesó y ambos reímos.
— ¿Y por qué no sigues Arquitectura?
— Además de hacer casas, siempre me gustó meterme en medio de las obras y hacer trabajos grandes, como edificaciones importantes, puentes, autopistas, por eso fue que me decidí por Ingeniería Civil y no por Arquitectura.
— Entiendo. ¿Y vivís cerca de la universidad?
— Actualmente si, la primera parte de mi primer año fue todo un caos porque mi familia vive en la ciudad de Lobos, no se si conoces. — comentó y negué. — Bueno, es una ciudad que queda alrededor de 2hs en auto de la Capital y casi el doble con transporte público. Tuve que buscar un departamento más cerca de la universidad para mi solo y mudarme, porque viajar todos los días así se me hacía imposible. Pero bueno ahora vivo a un par de cuadras por suerte y voy caminando.
— Yo en realidad me iba a mudar recién el año entrante, pero a mi papá lo ascendieron en el trabajo y lo mandaron a trabajar a una de las sucursales que hay acá y como éramos nosotros dos solos, porque mi hermano ya estaba viviendo en Buenos Aires, no tuve más remedio que mudarme con él y empezar mi ultimo año del secundario en un colegio completamente nuevo. 
— Debió de ser increíble aunque un poco doloroso.
— Realmente lo fue. — admití.
******
Al bajar del avión me despedí de Sebastián y le deseé una muy buena visita, además de que en el viaje le había recomendado algunos lugares para que conozca junto a su familia.
Nos dirigimos a retirar las valijas y salimos del aeropuerto donde mis mejores amigos me esperaban con un gran cartel, hecho por ellos, el mismo decía "Bienvenida a casa, te extrañamos❤️"
— Hola. — dije y corrí a abrazarlos a ambos. Sabía que los había visto hacia un par de meses pero igualmente para mi era una eternidad.
— Volvió nuestra rubia favorita. — dijo Nick mientras no me soltaba.
— Bueno, es suficiente. La vas a ahogar. — dijo Pilar mientras nos trataba de separar.
— Hola Chicos. — saludo papá.
— Hola Cris. — dijeron ambos. 
— ¿Lista para la mejor semana de tu vida? — dijo Nick mientras nos dirigíamos hacia el auto.
— Esto me da miedo. — admití.
— Nada de que temer. Además, nos lo debes porque nunca quisiste salir con nosotros a ningún lado así que mañana después de las doce nos iremos a festejar.
— Bueno, pero trata de bajar la voz sino papá no me dejará ir a ningún lado.
— Esta bien, perdona. — dijo encogiéndose de hombros.
Al parecer iba a ser una semana interesante y no sabía si estaba realmente preparada para ello.
 




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.