Al Ritmo de la Química

CAPÍTULO 39. ¿La última es la vencida?

La semana que pasé con mis mejores amigos sin dudas había sido increíble. Los llevé a conocer muchos lugares de la ciudad, ya que era su primera vez en Buenos Aires. Algunas oportunidades habíamos salido los tres solos y otras junto a los chicos. Iba a ser una semana que recordaría para siempre. 
******
El sábado, después de que vinieran a ver el partido de los chicos y que ganaran por diferencia de dos goles, los había acompañado al aeropuerto junto a Cameron, — quien había insistido en llevarnos — era hora de que regresan a casa y me dolía en el alma volver a apartarme de ellos.
— Avísenme cuando lleguen. — les advertí.
— Siempre. — me aseguró Pili. Nicolas nos atrajo a ambas hacia él y nos mantuvimos por unos minutos así, pegados y abrazados.
— Los voy a extrañar. — dije.
— Nosotros a vos. — dijo Nick. Él se dirigió a despedirse de Cameron, porque Pili ya lo había hecho, mientras que ella me apartó para hablarme en privado.
— Recuerda lo que hablamos hace un tiempo. Permítele que te cuente la verdad, haceme caso. Es un chico increíble.
— Pareces mi abuela hablándome así. — admití riendo.
— No te atrevas Martínez, que en todo caso la más vieja sos vos. — declaró acusándome con su dedo.
— La madurez no dice lo mismo. — dije en un susurro, pero lamentablemente Pilar tenía un muy buen oído por lo que escuchó cada maldita palabra. Quiso abalanzarse sobre mi, pero Nicolas la detuvo primero.
— Dos segundos solas y ya se están matando. — dijo con seriedad. — No las puedo dejar solas para nada.
— Ya calla. — le dijo ella y él obedeció. — Adiós Em. 
— Adiós chicos. — sonreí y me despedí.
—No te olvides de nosotros. — gritó Nick mientras entregaba su papel de embarque.
— Jamás. — contesté y ambos desaparecieron por aquella puerta. Inhalé profundamente cargándome de valor, debía volver a casa.
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— La última es la vencida. — dijo Simón mientras caminábamos dirigiéndonos al último local del shopping que no habíamos visitado aún.
— ¿No era la tercera? — preguntó Sara.
— Yo se lo que digo. — respondió él serio, ambas nos miramos y reímos.
Las semanas habían pasado volando y mañana tenía el casamiento del primo de Cameron, si, lo había olvidado por completo hasta que los chicos me hicieron acordar. Con todo lo que había pasado entre él y yo no había tenido espacio en mi cabeza para recordarlo y Cameron tampoco ayudó en ello. 
Por lo que al salir del colegio, Sara, Simón y yo habíamos decido ir a hacia el shopping, debía conseguir algo si o si, porque no tenía absolutamente nada para ponerme para una boda.
Después de haber entrado casa por casa, nada me había convencido, así que nos dirigíamos a la última que había aquí y rezaba por encontrar algo decente, al menos.
Después de que los chicos por un lado y yo por el otro tomáramos un par de opciones, me dirigí a uno de los probadores y comencé. Ya estaba harta de ponerme y sacarme prendas pero lamentablemente no tenía otra opción.
Después de entrar y salir varias veces, sin aprobación de mis amigos, salí con el último conjunto que había elegido, particularmente a mi me había encantado, era un top blanco de encaje y una falda hasta el piso con un tajo en la pierna derecha. Me habían prestado unos zapatos plateados para que tuviera un poco de altura y no estuviera arrastrando la tela por todo el suelo.
Al salir del probador mis dos amigos se quedaron con los ojos bien abiertos, al igual que sus bocas. 
— Diganme que es un si, porque me cansé de probarme y sacarme.
— Emma... te ves... — comenzó Simón.
— Fantástica. — concluyó Sara.
— Definitivamente es un si. — dijo él. Con felicidad suspiré y volví a meterme al probador para volver a ponerme el uniforme. 
Salimos de pagar, que a decir verdad no me había salido nada barato, pero ya no conseguía otra opción por lo que lo compré igual, y decidimos ir a merendar algo antes de volver a casa. 
— Hoy saldremos. — me comentó Sara ni bien dejé mi bebida en la mesa y me senté en la silla. 
— ¿Que? — dije. — No iré.
— Esta vez iras, deja de poner excusas. Además Simón va con Agustina, no podemos dejarla sola si el se va con sus amigos. — dijo mientras ponía cara de puchero.
— ¿Iras? — le pregunté seriamente a Simón. Él asintió. — Bueno, está bien. — acepté finalmente, digamos que Simón era bastante parecido a mi, en ese sentido, por lo que si salía se debía a que era importante para él y por eso acepté. Sara hizo un bailecito ridículo de celebración y todos reímos. — Pero vendrás a cambiarte a casa. — le obligué y ella aceptó.
******
A eso de las once, el timbre de la puerta de entrada sonó y papá fue quien abrió.
— Hola Sara, ven, pasa. 
— Hola señor Martínez. — dijo ella con una sonrisa. Mi amiga se acercó hasta la mesa y se sentó.
— ¿Quieres comer algo? — le preguntó papá.
— No gracias, en casa cenamos hace un ratito.
— Genial. — respondió papá mientras llevaba su plato a la cocina, yo lo imité y lo dejé allí. — ¿Con quien irán? 
— Con Cameron, pero también irán los chicos, en el auto de Simón.
— Está bien. — dijo papá. 
Sara y yo nos dirigimos a mi habitación a prepararnos, debíamos estar listas en una hora y media, y aún no me había bañado. 
— ¿Te bañaste? — le pregunté mientras agarraba mi ropa interior y una toalla de mi placard. 
— Si. — dijo mientras apoyaba su mochila en mi cama y comenzaba a sacar algunas cosas. 
— Esta bien, iré a ducharme. Toma lo que quieras. — le dije y ella asintió.
Salí de bañarme y me dirigí al placard directamente, debía definir que iba a ponerme. Finalmente me decidí por un pantalón engomado negro, con un cinturón del mismo color y un top blanco, para que contrastara. 
Sara ya se estaba maquillando, estaba preciosa siempre. Se había puesto un top negro con brillos, una pollera del mismo color y unos zapatos cerrados negros con plataforma.
— ¿De verdad tengo que ponerme zapatos? — le pregunté molesta. 
— Lamentablemente si porque sino no te dejarán entrar. — bufé y me los puse. Rápidamente comencé a maquillarme, aunque sutilmente, como siempre. — Cameron ya está viniendo para acá, fue a buscar a Lucas. — dijo Sara. 
— Está bien, ya casi estoy lista. — dije aplicando un poco de labial violeta, era la primera vez que lo utilizaba desde que lo había comprado y no me disgustaba como me quedaba. 
— Ya están aquí. — dijo Sara mientras agarraba su campera, yo hice lo mismo, desconecté mi celular y bajé. Saludamos a papá, quien nos abrió y nos dirigimos hacia el auto de Cameron. 
— Hola señoritas, bienvenidas al party-car. — dijo Lucas con una sonrisa. Estaba bastante feliz porque Cameron y él habían dejado finalmente lo que sucedió atrás y habían vuelto a ser los amigos de siempre. — ¿Listas para la diversión? — preguntó y ambas asentimos. 
Nos dirigimos hacia el centro, a donde estaba el boliche, era la primera vez que iba a allí, porque desde que había llegado solo había ido a fiestas que se organizaban en casas, nada de boliches, hasta aquella noche.
Al llegar nos encontramos con Simón, Nacho y Agustina, que ya estaban en la fila. 
— Hola chicos. — dijeron.
— Hola. — respondieron todos.
— Estas bellísima Agus. — le dijo Sara y ella se ruborizó un poco.
— Gracias, vos también. — le sonrió. Los chicos desaparecieron dejándonos a las tres y a Simón en la fila. Habían ido a averiguar sobre el VIP y nos avisaron que debíamos entrar sin hacer aquella fila. Al parecer habían pedido una mesa para que tuviésemos consumiciones y un lugar donde quedarnos en el caso que quisiéramos estar sentados o apartados del tumulto de gente, que era lo que particularmente yo trataba de evitar siempre.
El boliche era bastante grande y estaba lleno de jóvenes, desde nuestra edad y algo más mayores. Decidí estar el primer rato arriba del VIP y un rato más tarde me dirigí junto Sara y Agus hacia el centro de la pista a bailar. Había podido confimar que realmente era una chica muy agradable y me gustaba muchísimo para mi amigo.
También tenía que admitirles que había estado bebiendo algo de alcohol, no sabía si estaba borracha porque no sabía diferenciarlo del todo al ser la primera vez, pero si sentía algo de libertad en mi que nunca había experimentado.
Cameron había desaparecido desde hacía una hora y no lo había vuelto a ver, obviamente no había dejado de buscarlo con la mirada pero me había cansado de hacerlo.
Lucas tampoco había perdido la oportunidad y estaba a los besos con una chica que parecía bastante linda pero que no conocía.
— Vamos a bailar. — me dijo Sara tomándome del brazo, ella estaba en el mismo estado que yo o hasta un poco peor.
— ¿Y los chicos? — pregunté por Agus y Simón que se encontraban en el sillón muy juntos.
— Ellos estarán bien. — me aseguró y la seguí hasta abajo. Nos habíamos puesto a bailar con un grupo de chicas que estaban allí y no habían tenido problema en que nos juntemos con ellas. Amaba la música que pasaban en aquel boliche, era adictiva y no dejaba que pararas de bailar en ningún momento.
Cuando volteé a decirle algo a Sara sobre Simón y Agus me di cuenta que ya no estaba más al lado mío, había desaparecido y en vez de preocuparme, seguí bailando allí con la gente que no conocía. 
Escuchar las primeras notas de "Lose Control" provocó que me dejara llevar por la música, sin que prestara atención en lo que sucedía a mi alrededor. En cierto momento un chico comenzó a bailar conmigo y noté que había empezado a tener algo de interés en mi, cuando me giré para poder verlo fue la última persona que esperaba ver en aquel lugar.
— Hola preciosa, ¿me extrañaste? — mi pelos se pusieron de punta al escuchar su voz tan cerca de mi oído.  No podía reaccionar, quería irme de allí pero no hacía nada. Valentin comenzó a acercarse más y más a mi y pegó su cuerpo contra el mío. 
— Valentin basta... — comencé a decir en pequeños susurros que eran inaudibles. Cuando me quise apartar me sujetó del brazo y no me dejo hacerlo.
— ¿A dónde crees que vas? Esta vez no te me escaparás a ningún lado, además no tienes a tu amiguito ni a tu novio para que te defiendan. — dijo y algunas lágrimas rodaron por mi mejilla, que él secó. Tomó mi rostro entre sus manos y antes de que sus labios impactarán con los míos cerré mis ojos, pero segundos después no sentí nada. Cuando los abrí, la escena que transcurría delante de mi me shockeó.
Cameron se encontraba pegándole a su primo en el piso, la gente comenzó a gritar y a tratar de separarlos, aunque no hubo caso alguno. Hasta que dos patovicas mucho más grandotes de contextura que ambos se acercaron para separarlos y sacarlos de allí. Finalmente reaccioné y fui tras ellos.
— Suélteme, ya entendí. — escuché que el morocho gritaba y corrí para ver que sucedía. — Estaba tratando de acosar a mi novia. 
— Ya no es tu novia Thompson, acéptalo. — vi como su primo le decía a Cameron y él se quedaba completamente callado.
— ¡Cameron! — grité y todos, incluso los patovicas se dieron vuelta para verme. Me acerqué a él y le revisé el rostro, tenía una pequeña cortadura en la frente y algo de sangre en la nariz. — ¿Estas bien? — le pregunté preocupada.
— Si, rubia. ¿Tu cómo estás, te hizo algo el imbécil? — me preguntó mientras miraba a su primo.
— No, tranquilo, estoy bien. — dije y era verdad, aunque había comenzado a dolerme un poco el brazo derecho, donde me había apretado con fuerza, pero lo ignoré.
— ¿Les avisaste a los chicos? — me preguntó y ahí fue cuando caí. — Eso significa que no. — dijo mientras sacaba su celular del bolsillo. Me senté a su lado mientras trataba de calentar un poco mis brazos, aunque estábamos en primavera las noches siempre refrescaban. — ¿Tenes frío? — preguntó. 
— Un poco. — admití y él se quitó su chaqueta. — Gracias. — le dije y él me sonrió. Llamó a nuestros amigos y les aviso que estábamos afuera. Unos minutos después los cinco salieron y se dirigieron a donde los dos estábamos sentados. 
— ¿Que sucedió? — preguntó Lucas viendo el aspecto de Cameron. 
— El estúpido de Valentin, quiso acosar a Emma. — dijo Cameron bastante tenso.
— ¿De nuevo? — preguntó el rubio molesto y lo miré.
— ¡¿Cómo que de nuevo?! ¿Ya lo había hecho? — gritó Cameron mientras miraba a Lucas y a mi. Me había quedado helada, no tenía la menor idea de que contestarle.
— El día de tu cumpleaños, se acercó a ella cuando fue al baño, justo aparecí yo y cuando vi lo que intentaba hacer inventé una excusa y él finalmente la soltó. — dijo Lucas.
— ¡¿Por que no me lo dijiste?! — no podía contestar, las palabras no salían de mi boca, estaba shockeada aún. — ¡Responde Emma! — me gritó y yo me asusté, jamás me había elevado el tono de voz.
— Es mejor que vayamos a descansar. — dijo Sara tomándome de la mano y ayudándome a levantar.
— Sara tiene razón. — concordó Nacho. — Simón, lleva a Emma, a Agus y a Sara por favor. — Lucas y yo iremos con Cameron. — dijo y Lucas asintió. — Nos vemos.
******
En el transcurso a casa, Sara se había disculpado mil veces por haberme dejado sola, y le había asegurado que la culpa no era de ella, cuando me quedé allí sin nadie conocido al lado decidí por mi misma seguir en la pista y no volver al VIP, por lo que la culpa también había sido mía. 
Cuando llegué a casa le agradecí a Simón por haberme traído y salí del auto, dirigiéndome a la entrada de casa. Santiago fue quien me abrió y mentalmente se lo agradecí, porque a quien menos prefería cruzarme en aquel momento era a papá.
 




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