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CAPÍTULO 39 | Constante pesadilla

DANIEL

Cuando desperté Victoria estaba conmigo y yo no recordaba nada en lo absoluto. Mis memorias eran una vaga recopilación de momentos sin ningún tipo de conexión, como la borrosa imagen que tenía de haber echado la cuerda y reaccionado atacando a Zayn con un cuchillo, o a Victoria también. Algo me decía que todo eso era parte de un sueño pero, en el fondo, no lo sentía de esa forma. Más bien creía que lo había hecho, más en mi mente no era así.

—Veo que por fin recuerdas quién eres—me dijo Victoria.

Estaba sentada en el suelo, al lado de mi cama. La observé en silencio sin entender qué hacía ahí, conmigo, si la última vez que habíamos hablado en pocas palabras me había enviado a la mierda.

—Creía que me odias—repuse.

No me observaba, se limitó a sacudir un poco su cabeza en señal negativa. Luego volteó un poco la cabeza, evitando el contacto visual conmigo.

—No te odio—susurró entonces—, sólo... no quiero que salgas herido.

No podía entenderlo, pero era evidente que ella sí. Me imaginé, durante unos segundos, que estábamos en otro lugar, en cualquier parte menos en la casa. La vi a ella con un cigarro entre los dedos dejando la ceniza caer mientras yo le decía que sólo estaba haciéndose daño y ella me enviaba a la mierda. Esa versión pegaba con ella, con la forma en la que actuaba, con quien dejaba ver a los demás y con quien era cuando estaba así, sólo conmigo, en la casa de 00:00 con una luz que apenas ilumina haciéndola verse más pálida de lo que ya era.

—Eva me quiere a mí, aparece porque quiere matarme—dijo entonces, y volteó un poco su cabeza para volver a observarme. No lloraba, ni siquiera había rastro alguno de que quisiese hacerlo en su expresión pero sus palabras sí que me hicieron querer llorar a mí—, y quien se acerque demasiado va a salir herido. No estoy aquí porque me preocupes, no estaba controlando que despiertes de una puñetera vez—se inclinó un poco, acercando su cara a la mía, y tomó aire con seguridad—. Quiero que dejes de preocuparte por mí, quiero que olvides mi existencia porque tarde o temprano... voy a morir.

Creo que la parte que razonaba de mi cerebro se congeló al tenerla tan cerca, al sentir su propio aliento, al ver cómo sus ojos observaban los míos como si quisiesen transmitirles un mensaje especial a ellos, uno que dijese que dejara de actuar como un idiota o comenzase a buscar el control que cada vez estaba perdiendo más. No podía hablarle, estaba completamente mudo y no supe cómo debía responderle, así que recurrí a lo que algunas veces me funcionaba con Zayn: el silencio.

No sé de dónde o cómo, pero al cabo de unos segundos, sólo dije:

—No vas a morir.

Lo dije vacilando, y ella lo notó. Esbozó una sonrisa que me resultó triste y, sin que me lo espere, sus ojos bajaron un poco. Fue sólo un simple gesto que cambió al darse cuenta, pero yo lo noté, lo sentí.

—¿Crees que puedes salvarme, Daniel?—musitó, y sus ojos brillaron—. No seas patético. Richard está utilizando a Eva para atacarme, es a mí a quien quiere destruir.

—Victoria—murmuré, deteniéndola. Su nombre en mis labios me hizo sentir un cosquilleo extraño—, no voy a dejar que el imbécil de Richard te haga algo.

Su sonrisa no vaciló.

—Ojalá no hubieses dicho eso—repuso, haciendo una mueca. La chispa en sus ojos se atenuó hasta reducirse a nada—. Richard ama las apuestas. Lo que dijiste... va a considerarlo como un desafío a su poder. Y, si se trata de desafíos...

Se inclinó un poco más, acercando sus labios a mis oídos, y sentí que de repente todo mi cuerpo estaba subiendo, cada vez más, y que nunca iba a detenerse. Seguía sintiéndome débil, por alguna razón no había intentado sentarme a su lado o, al menos, en la cama, así que cuando ella lo soltó sólo pude estremecerme. No me volví, pero si lo hubiese hecho, nuestros labios habrían podido rozarse.

Richard nunca pierde—susurró.

 

MAIA

El nombre de Victoria en mi muñeca, después de lo que había ocurrido, no daba lugar a pensar en nada que sea bueno. De hecho, desde que habíamos entrado, no había algo que me hubiese hecho pensar en algo relacionado con la esperanza. Todo se trataba sobre el peligro, el riesgo o el miedo de morir, de ver sangre correr. Parecía que todo eso se estaba posponiendo, al menos para nosotros, y tenía el presentimiento—además de la firme sospecha—de que pronto iba a ocurrir algo.

Algo que no necesariamente tenía que calificarse como bueno.

Heather estaba durmiendo en el sofá y los demás en sus habitaciones, a pesar de que eran las tres de la tarde. Nadie había salido en todo el día por lo que me encontraba sola en la cocina con las manzanas y las tostadas sobre la mesa. Yo no había comido nada, mi plan era hacerlo, pero al ver la comida el apetito había desaparecido. Un par de punzadas en mi cabeza lo habían reemplazado y, aunque en mi vida me drogué, creo que sentía lo que sentiría una persona después de su tercera botella seguida. No lo sé, todo el blanco se volvía negro o gris y las cosas volaban, las manzanas gritaban mi nombre haciéndome sentir incómoda y observaba.



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En el texto hay: misterio, amor, terror

Editado: 07.02.2019

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